El poder económico y político se concentra cada vez más en manos de un número muy reducido de personas. Esto puede hacer peligrar el crecimiento económico, la cohesión social y la solidez de las democracias.
A nivel mundial, la desigualdad económica disminuyó durante la primera década del presente siglo. Esto se debió en gran medida a la reducción de la pobreza en naciones como China e India. No obstante, esta tendencia positiva se puede invertir si la desigualdad sigue aumentando dentro de los países.
La reducción de las desigualdades es un imperativo en el campo de los derechos humanos y la justicia social. Además, es un factor esencial para conseguir éxitos en otros ámbitos prioritarios globales como la sostenibilidad ambiental, la solución de conflictos y las migraciones.
No se debe entender que las desigualdades se limitan a las disparidades en materia de ingresos o riqueza y que se deben tratar exclusivamente en esos ámbitos. Se da una interacción de las desigualdades en siete dimensiones clave, a saber: económica, política, social, cultural, ambiental, territorial y cognitiva.
En los últimos años, algunos países han conseguido reducir las desigualdades o, por lo menos, frenar su aumento. Para afrontar las múltiples desigualdades es necesario aplicar simultáneamente políticas integradas en distintos ámbitos. No hay una solución única que sea válida para todos los casos.
En las respuestas a la desigualdad se deben reconocer y abordar tanto los legados históricos específicos como las prácticas culturales profundamente arraigadas que configuran las desigualdades.
Aunque la reducción de las desigualdades es importante en todas las regiones de mundo, es manifiestamente prioritaria la acción que se ha de llevar a cabo a este respecto en los países más pobres del África Subsahariana. En efecto, en esta región se registrarán los mayores índices de pobreza en las próximas décadas si las desigualdades en los países que la componen se siguen manteniendo a su alto nivel actual.
La acción colectiva de los ciudadanos abre un espacio para el hallazgo de soluciones originales al problema de la desigualdad, que pueden servir de inspiración para la adopción de políticas innovadoras de carácter inclusivo.
Es necesario realizar un cambio sustancial para adoptar una agenda de investigación que sea interdisciplinaria, multiescalar y globalmente inclusiva, que permita configurar vías conducentes a una mayor igualdad.