En cuanto a su impacto, el estudio mostró que el cine comunitario fortalece la identidad y la organización de las comunidades, a menudo mejorando la autoestima y la confianza en ellas mismas. El cine comunitario va más allá del ámbito de los propios grupos que lo lideran, llegando a un público más amplio que valora las historias de vidas que normalmente no se difunden en los medios de comunicación tradicionales y se identifica con ellas
El estudio también concluyó que se necesitan, urgentemente y en toda la región, políticas y leyes que promuevan los derechos de comunicación de las comunidades.
Los países participantes en la iniciativa son: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.