Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

La Nueva casa de la Unesco

Desde hoy, la Unesco posee una Casa a la medida de sus necesidades y de sus ideales, una Casa que no se asienta únicamente sobre cimientos de cemento armado sino que encarna algunas de las más caras esperanzas de los hombres.

Cuando se penetra en la Casa de la Unesco por la portada del Edificio de Conferencias que mira a la Avenida Suffren, resalta; el carácter internacional de la construcción, que se revela en los materiales: el suelo está recubierto de cuarzo; de Noruega, el conjunto de aparatos eléctricos proviene de los Estados Unidos, las puertas son de cristal francés sobre el que se han fijado láminas, de madera de teca de Birmania.

Los arquitectos que han ideado y elaborado los planos de los edificios, así como los asesores que han dado su consejo, son brasileños, estadounidenses, suecos, franceses, italianos. La ejecución técnica se debe a la cooperación de diferentes empresas de varios países. Y se ha evocado el simil de la Torre de Babel, más que por la diversidad de lenguas de la Secretaría de la Unesco, por el internacionalismo de la obra, durante cuya construcción resonaron en sus andamios los vocablos de numerosas naciones del mundo.

En el interior del vasto perímetro que encierra los edificios, se integran estrechamente las artes plásticas a la arquitectura. A semejanza de los arquitectos, técnicos, empresarios y obreros, los artistas han acudido de los cuatro extremos del planeta. Esos pintores y escultores han nacido en Málaga, Oaxaca, Udine, Amsterdam, Estrasburgo, París, Brasso, Filadelfia, Santiago de Chile, los Angeles, Barcelona y Castleford.

Para la construcción de su nueva Casa, la Unesco ha recibido una constante ayuda de sus Estados Miembros. Esta ayuda se manifestó inicialmente, sobre todo, en la contribución generosa y decisiva del Gobierno de Francia que permitió a la Organización construir su Casa en un cuadro de belleza incomparable. Asimismo, la ayuda de otros Estados se materializó en dones de gran valor que han contribuido al arreglo y a la decoración de la Casa de la Unesco que, por este nuevo título, es el símbolo de la cooperación internacional.

Pero la Casa de la Unesco no sólo es el compendio de las nuevas formas y de los detalles decorativos incorporados en un espléndido conjunto arquitectónico, sino también, y sobre todo, un lugar de trabajo. Y, con el propósito de asegurar las mejores condiciones para ese trabajo, han sido dispuestas ciertas instalaciones que, a los ojos de las personas no enteradas, parecen creaciones puramente estéticas.

El plano de la Secretaría en forma de "estrella de tres puntas" es absolutamente funcional. Con tal disposición se obtiene una mayor facilidad de las comunicaciones en el interior de cada departamento y entre los diferentes departamentos. El Edificio de Conferencias ha sido asimismo ideado con una preocupación de eficacia. La disposición de las salas, el alumbrado, las condiciones acústicas obedecen a la intención de evitar el peligro que acecha a todas las grandes conferencias del mundo: la pérdida de tiempo.

Desde su fundación hace trece años, la Unesco pasó de un pequeño departamento de la Plaza Grosvenor y de dos casas gemelas de la Plaza Belgrave, en Londres, al Hotel Maj estico, en París. Ya llegada a la madurez, la Organización no podía acomodarse en locales provisionales y se ha instalado ahora en su Casa Permanente. En noviembre de 1945, en Londres, 41 Estados firmaron el Acta Constitutiva de la Unesco; el 3 de noviembre de 1958, al inaugurarse la nueva Casa, las banderas de 81 Estados Miembros flotaban al tope de las astas.

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Noviembre 1958