Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

La Hora del desarme

El desarme, que hasta ahora parecía una utopía, ¿podrá al fin convertirse en realidad?

Volvemos a ver, como si fuera ayer, la figura de lord Noel-Baker, Premio Nobel de la Paz, invitado hace quince años a un coloquio de la UNESCO junto con otro Premio Nobel, Sean McBride, para hablar de la conveniencia y las ventajas del desarme. Ya octogenario, con una visión deficiente, hablaba sin ninguna nota. La voz era, sin embargo, vibrante, el lenguaje de una soberbia galanura, el razonamiento preciso, coherente, incuestionable. Se remontó en el recuerdo hasta Lloyd George, con el que había tenido una relación muy estrecha, y con quien, ya al finalizar la Primera Guerra Mundial, examinaba la necesidad de transferir a educación, salud y bienestar general los enormes recursos invertidos en la investigación y la producción de armas. La oportunidad y la urgencia de ese razonamiento se hicieron aun más evidentes después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los dos bloques, el del Este y el del Oeste, comenzaron a destinar sumas colosales a alimentar la carrera de armamentos.

¿De dónde provenía la fuerza emotiva de ese discurso que hasta el día de hoy nos conmueve? ¿Tal vez del patético contraste entre los signos de decadencia física del orador y su elegancia sutil, su fogosidad intelectual intacta? Acaso, también, de la distancia, repentinamente intolerable, entre el sueño de una humanidad desarmada y la absurda realidad de una militarización que al parecer seguiría aumentando indefinidamente...

Hoy el mundo bipolar ya no existe, y el equilibrio del terror no puede servir de pretexto a esa loca carrera al borde del abismo. ¿Será ello razón suficiente para que el hombre comience a preferir la negociación a la guerra, o decida fabricar, o comprar, menos bombarderos a fin de construir más escuelas y hospitales?

Al analizar algunos aspectos de este tema, El Correo revela, en primer lugar, su complejidad y las paradojas que encierra. Existen, en efecto, argumentos de peso - morales, políticos y socioeconómicos - en favor de una "carrera del desarme". Pero el contexto de la postguerra fría deja también al descubierto contradicciones, obstáculos y hábitos arraigados, factores todos de estancamiento, que no van a desaparecer de la noche a la mañana por el hecho de que Estados Unidos y Rusia hayan dejado de ser enemigos en el terreno ideológico.

Empiezan a surgir nuevas concepciones del desarme, al tiempo que se manifiestan nuevas tendencias al rearme. De hecho, a lo largo de estas páginas es posible advertir que esa evolución contradictoria traduce en el contexto actual una oposición mucho más antigua: entre un estado de ánimo basado en la desconfianza y el temor, en el culto de la fuerza más que en la cultura del derecho; y un estado de ánimo revolucionario, nacido de la confianza en un futuro de paz, en que la libertad y la justicia estarán al alcance de todos.

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Octubre de 1993