
Año geofísico internacional
El nombre de "Año Geofísico Internacional" necesita una explicación. Ante todo, no se trata sólo de un año: ha de durar dieciocho meses, desde julio de 1957 hasta diciembre de 1958. Es más que geofísico: el prefijo geo viene de la antigua palabra griega ge, que significa Tierra, y que encontramos en el nombre de todas las ciencias que se refieren a nuestro planeta, como la geología, la geografía, la geodesia y la geofísica. Pero el programa del Año Geofísico Internacional (AGI) comprende asimismo la astronomía, la meteorología, la oceanografía, la glaciología y otras disciplinas que contribuyen al estudio físico de la Tierra y del espacio, que la rodea. También es algo más que internacional, pues las 64 naciones que en él participan comprenden la casi totalidad de los países que pueden realizar una labor científica de esa magnitud. Se trata más bien de una empresa mundial.
Sin duda alguna, el AGI no es sólo un período de tiempo. Más de 5.000 hombres de ciencia llevarán a cabo un intenso trabajo de investigación, a grandes alturas o en las profundidades del mar y en todos los continentes, cuyo coste se ha calculado en 500.000.000 de dólares. En realidad, el AGI es una campaña general y sistemática organizada para observar y medir, en la Tierra y en el espacio que la rodea, ciertos fenómenos que habían permanecido hasta hoy fuera del alcance del hombre.
Las investigaciones se dividen en tres grupos principales. Los más alejados de la delgada corteza del planeta en que vivimos son los estudios de la atmósfera superior. Allí hay electrones y radiaciones solares así como estrellas fugaces que se inflaman y caen en la Tierra todos los días. Allí se filtran los rayos solares y los átomos cargados de electricidad forman un espejo en que se reflejan las ondafs hertzianas. Poco se sabe de los rayos cósmicos procedentes de los espacios siderales. Allí se encuentran las más remotas fronteras de nuestro planeta. Fronteras que el hombre deberá dominar antes de embarcarse para el vuelo a través del espacio.
La segunda esfera de investigación está constituida por la atmósfera de la tierra, esa mezcla de aire y vapor de agua en continuo movimiento, dentro de la que vivimos susmergidos. Sus variaciones diarias son determinadas por los rayos solares y por la evaporación del agua de los océanos, es decir, por la temperatura de las aguas oceánicas, de los glaciares y de la regiones heladas. Las diferencias de presión hacen que el aire se desplace desde las zonas de alta a las de baja presión. Los vientos y las tormentas, encerrados entre las montañas, suben hacia lo más alto, al no encontrar lugar donde desencadenarse, y allí se enfrían y se despojan de la humedad en forma de lluvia o de nieve. El proceso es bien conocido.
Pero las causas fundamentales del clima y de las modificaciones meteorológicas son más complejas. Dependen de los cambios que se producen en las radiaciones solares, del vapor de agua existente y del imprevisible régimen de vientos en la atmósfera superior. La temperatura es un fenómeno evidentemente local, pero sus causas son generales. El "tiempo que hace" seguirá siendo uno de los temas preferidos, aunque vanos, de conversación en todos los lugares del mundo hasta que se efectúen investigaciones sobre el sol, y se obtengan observaciones simultáneas de las condiciones atmosféricas a diferentes alturas y en miles de puntos de la tierra y del mar durante el Año Geofísico. Un mejor conocimiento de. la atmósfera permitirá, por la menos, hacer previsiones exactas del tiempo con semanas y tal vez meses de antelación, así como de los cambios climáticos que puedan producirse en el futuro.
El tercer tema de investigación del Año Geofísico est la misma Tierra. Hoy, sólo queda una región por explorar : el Gran Continente Antartico, cuya extensión es casi dos veces la de Europa. Ese Continente será explorado, no tanto para descubrir sus posibles riquezas ni para conocer las condiciones que ofrece para un posible establecimiento del hombre, sino porque sus colosales masas de hielo ejercen una influencia considerable sobre el clima del mundo entero.
Más importantes aún serán los estudios del interior de la Tierra, para poder prever terremotos y erupciones volcánicas, para comprender el magnetismo terrestre y las extrañas variaciones de la fuerza de gravedad en diferentes lugares.
Nunca se había organizado hasta ahora un ataque tan concentrado y sistemático contra las fronteras de nuestra ignorancia. El mundo nos parecerá distinto después del Año Geofísico.