
El Genio científico de China: lo que el mundo debe al gran país de Oriente en materia de ciencia y tecnología
Muchas de las cosas que el mundo moderno asume como algo poco menos que natural desde el papel, los relojes mecánicos y la fabricación del acero hasta la porcelana, los arneses para los caballos y la extracción y utilización del petróleo y del gas natural tienen su origen en China. Durante siglos esos y otros inventos y realizaciones propios del genio científico y técnico de los chinos permanecieron sumidos en el olvido o en la oscuridad de la ignorancia. Por fortuna, en los últimos años se ha empezado a tener una idea clara y precisa de esa formidable inventiva. Ello se debe en gran parte a uno de los esfuerzos intelectuales más notables del siglo : la vasta y original labor de investigación del Dr. Joseph Needham, de la Universidad de Cambridge (R.U.), que ha dedicado más de medio siglo a estudiar la historia de la ciencia y la tecnología chinas. Los resultados de las investigaciones de Needham, y de sus colegas del Needham Research Institute de Cambridge, están siendo publicados en una obra monumental, Science and Civilisation in China (Ciencia y civilización en China), que abarcará 25 volúmenes, de los que 15 han aparecido ya o están actualmente en prensa.
Con la autorización de Joseph Needham, un divulgador científico norteamericano, Robert K.G. Temple, ha escrito un libro titulado en inglés China Land of Discovery and Invention, cuya edición en castellano acaba de publicar la editorial madrileña Debate con el título de El genio de China, cuna de los grandes descubrimientos de la humanidad (Madrid, septiembre de 1987, 250 páginas con numerosas ilustraciones en color y en blanco y negro, 2.500 pesetas). El propósito de la obra de Temple es hacer accesible al público en general la obra erudita de Needham, cosa que ha conseguido plenamente pues su libro se lee con suma facilidad y creciente interés y agrado. Todos los artículos incluidos en este número han sido tomados en forma resumida de la obra de Temple, gracias a la amable autorización que nos han dado sus editores españoles. El número comprende tres partes : una breve introducción en la que el divulgador norteamericano da noticia de la génesis y de la envergadura de la obra de Needham ; un breve texto de éste sobre el problema de la actividad científica y tecnológica en el contexto social y económico de China y de Occidente; y una veintena de artículos sobre hallazgos e inventos chinos (en total el libro da cuenta de un centenar), la mayoría en forma resumida. Es de observar que hemos dejado de lado, por demasiado conocidos, ciertos inventos capitales de los chinos como la imprenta, el papel, la pólvora y la brújula, poniendo en cambio de relieve otros mucho menos conocidos, cuando no totalmente ignorados. Quizá este número, justo homenaje al genio científico de China, pueda ayudarnos a imaginar las sorpresas que ha de depararnos, cuando se escriba, la historia de la ciencia y la tecnología en otras grandes civilizaciones del mundo.