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Arqueología subacuática

Hace casi 45 años, con la invención de la escafandra autónoma por el explorador francés Jacques-Yves Cousteau y el ingeniero de la misma nacionalidad Emile Gagnan, se iniciaba una nueva era en la exploración de los suelos oceánicos. Antes de esa invención, los buzos tenían que soportar un pesado y engorroso equipo que limitaba enormemente su resistencia y sus movimientos bajo el agua. Gracias a la escafandra autónoma amplias superficies del fondo de los mares quedaron abiertas a la curiosidad de biólogos, fotógrafos y arqueólogos submarinos.

Desde entonces la arqueología subacuática ha progresado a grandes pasos. Una serie de espectaculares descubrimientos, excavaciones y operaciones de rescate (algunas de las cuales se recogen en este número) han venido a despertar el interés y la imaginación del gran público. Mientras tanto, la arqueología subacuática se desarollaba cumplidamente como disciplina autónoma. En ella convergen los esfuerzos no sólo de los arqueólogos profesionales y aficionados sino también los de los buceadores deportivos, geólogos, arquitectos, topógrafos e historiadores del mar, así como los de geofísicos e ingenieros electrónicos que contribuyen a explorar el suelo marino y a identificar los restos allí existentes mediante sus aparatos de teledetección. Los arqueólogos subacuáticos contribuyen hoy notablemente a nuestro conocimiento del pasado. Las viejos pecios o restos de naves son como "cápsulas de tiempo" que, estudiadas científicamente, nos ofrecen una imagen de la vida de su época. Así, el estudio de pecios y yacimientos subacuáticos, a menudo nada espectaculares en sí mismos, arroja nueva luz sobre las viejas técnicas y sistemas de comercio, sobre los cambios del nivel del mar y sobre los antiguos asentamientos y migraciones, enriqueciendo nuestro conocimiento de la utilización por el hombre de mares y lagos durante varios milenios.

En este número nos hemos esforzado por dar a conocer a nuestros lectores las actividades de los arqueólogos subacuáticos que trabajan en distintas regiones del mundo, en diferentes entornos marinos, en unos u otros tipos de yacimientos, empleando los más variados métodos y en el marco de proyectos de muy distinta escala. Las actividades de que aquí se informa abarcan no sólo la exploración de pecios sino también de yacimientos subacuáticos terrestres, puertos, ciudades e incluso una ancha extensión de tierra hoy bajo las aguas como consecuencia de una serie de fenómenos naturales. Por último, dos artículos tratan de los esfuerzos de la UNESCO para proteger los sitios arqueológicos y de la necesidad de tomar medidas contra el saqueo de los yacimientos subacuáticos y contra el creciente tráfico ilegal de tesoros arqueológicos.

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Noviembre de 1987