
Feliz Año Nuevo con Chagall y Tamayo
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EL Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha creado una auténtica cadena de solidaridad humana. Gracias a ella se puede contribuir a salvar a los niños del mundo entero de tres grandes peligros : el hambre, la enfermedad y la ignorancia.
El UNICEF sigue una tradición multicentenaria resurgida recientemente en varios países al encargar a artistas de distintas nacionalidades el diseño de tarjetas o de series de tarjetas de felicitación, vendidas hoy en 86 países.
Este año Marc Chagall, el pintor visionario ilustrador de la Biblia, que siempre halló su inspiración cerca del mundo infantil y el folklórico de su Vitebsk natal, interpretó el mensaje mismo del UNICEF de protección y cuidado a los niños en « La Buena Nueva ».
Rufino Tamayo, hijo de indios zapotecas y uno de los grandes maestros de la pintura moderna, conocido en el mundo entero, titula «Poésie du Vol» su composición que ensalza el esfuerzo de las Naciones Unidas por la paz.
De Grazia, pintor estadounidense de origen italiano, trata uno de sus temas favoritos: «Los Niños»; un corro de niños indios en el desierto de Arizona. Con su danza circular, el desierto parece, animarse y participar en un torbellino. El suizo Aloïs Carigiet es autor de dos diseños muy apropiados que llevan el título de «Juegos Alpinos». Tanto «Cencerros» como «Trineos» son tan vividos y alegres como la nieve y los niños felices que representan.
Adolfo Zabransky, artista checoeslovaco cuyos álbumes para niños son conocidos en el mundo entero, regaló la serie de cinco diseños, titulada «Cuentos de Varios Países»: «La leyenda de San Nicolás», de Holanda; «El Patito Feo», de la Dinamarca de Hans Andersen; «Ei Poema del Ramayana», de la India; «El Zapatito de Jade», de Corea, y «Blanca Nieves y los Siete Enanitos», según la version brasileña.
Las tarjetas se venden en cajas de 10. Los compradores, al enviar su felicitación de año nuevo a los amigos, ayudan como los mismos artistas a mejorar la alimentación de los niños y facilitarles servicios sanitarios. Con el importe de una caja de 10 tarjetas del UNICEF pueden proporcionarse vacunas para inmunizar a 50 niños contra la tuberculosis. Con el de cinco los antibióticos necesarios para curar a 15 niños del tracoma.
El importe de 10 cajas permite comprar la penicilina necesaria para curar 120 casos de pian. 50 cajas permiten facilitar a una enfermera local el equipo que necesita. 100 cajas equivalen al precio de una bicicleta con motor para una enfermera o partera rurales.
Las tarjetas, al llevar a todos los países la visión de artistas de diferentes nacionalidades, constituyen también una aportación a la mutua comprensión entre los pueblos, y poseen un evidente valor educativo.
La idea hizo sus modestos principios en 1949. Hace diez años sólo pudieron distribuirse 130.000 tarjetas, pero el año pasado las ventas rebasaron los 14 millones, lo que permite proteger durante un año a 6 millones de niños contra el paludismo y vacunar a 75 millones contra la tuberculosis. En el futuro, las tarjetas del UNICEF deben difundirse aún más para poder realizar un programa que lleve verdaderamente a cada niño la salud y la felicidad.
Las tarjetas se editan con la felicitación impresa o sin ella (como tarjetas postales).
La caja de 10, con 10 sobres, se vende al precio de 5 NF, 50 fr. belgas o luxemburgueses, o 4,50 fr. suizos. Vale 1,25 en los EE.UU. y 7/6 en Inglaterra. Cada caja contiene una serie completa, cuya composición no puede variarse.
Para toda información suplementaria o pedidos, dirigirse a una de las tres oficinas principales del UNICEF que remitirá un folleto con los datos prácticos que corresponden al país interesado en su propia lengua. Esas oficinas son: Service des Cartes de Voeux, Unicef, 24, rue Borghèse, Neuilly-sur-Seine, Francia; Greeting Card Fund, Unicef, United Nations Building, Nueva York, EE.UU.; Greeting Card Fund Unicef, 14-15 Stratford Place, Londres W.l, Inglaterra.