
Campesinos del mundo
Al dedicar este número especial a los campesinos del mundo queremos llamar la atención sobre una situación que, en escala mundial, dista mucho de ser satisfactoria. Son doquier cada día menos los hombres que viven de labrar la tierra y en numerosos países, especialmente del Tercer Mundo, se están deteriorando de manera alarmante sus condiciones de vida.
En los países industrializados la mecanización de la agricultura y el cultivo intensivo se han traducido en la concentración de las tierras y con excepción de los países socialistas en importantes aportes individuales de capital. Las enormes deudaspor ellos contraídas no han permitido, sin embargo, a los pequeños propietarios ajustarse al ritmo de esas transformaciones, obligándoles a vender sus tierras y a marcharse a las ciudades.
En el Tercer Mundo los pequeños campesinos son víctimas, ante todo, de las grandes compañías transnacionales del sector agroalimentario. Estas controlan los mercados nacionales e internacionales e introducen donde mejor les parece el monocultivo y las "revoluciones verdes". Millones de pequeños agricultores se han visto así empujados hacia las aglomeraciones urbanas y allí, hacinados en los suburbios, se han convertido en subproletarios. Otros han tenido que trasladarse a las inhóspitas laderas de las montañas donde, para subsistir, han talado los bosques, contribuyendo a pesar suyo a la erosión y a la desertificación. De todos modos, la deforestación es ante todo resultado de la explotación que sin limitación alguna hacen de los bosques los grandes consorcios.
Y sigue extendiéndose esta erradicación forzada de los trabajadores de la tierra, que no constituye sólo un drama humano, sino también una pérdida irreparable, pues destruye a la vez la cultura de la que aquellos son portadores. Es preciso salvaguardar esta cultura, tan antigua como valiosa. Más aún, es necesario desarrollarla, pues su vitalidad resulta evidente cuando admiramos las actuales creaciones de los campesinos haitianos, andinos o chinos.
La situación de los campesinos del mundo mejorará cuando, en los planos económico y cultural, se hayan integrado mejor en la vida nacional; cuando todos dispongan de medios científicos y técnicos que les permitan elevar el rendimiento de sus tierras; cuando se aborden sistemáticamente los problemas de las regiones damnificadas, dedicando a ello la comunidad internacional los esfuerzos y los recursos indispensables; cuando, por último, y sobre todo, se revisen, con sentido de equidad y de solidaridad, losprincipios en que descansa actualmente la organización de los mercados en escala internacional.