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Mendeleev, vida de un sabio

Dmitri I. Mendeleev nació en Tobolsk, ciudad de Siberia, en 1834. El menor de diecisiete hermanos, «Mitienka», como le llamaban sus amigos, mostró un talento precoz para la física, las matemáticas y la historia. En cambio, no le gustaba el latin.

Huérfano de padre desde la tierna infancia y a pesar de la falta de medios de la familia, el joven Dmitri completó sus estudios de matemáticas y física en el Instituto Central Pedagógico de San Petersburgo, hoy Leningrado. Aún antes de ganar la medalla de oro del Instituto, a Mendeleev le fascinaba la posible relación entre las propiedades químicas de los elementos y su estructura física.

Tras vivir varios años en Odesa y San Petersburgo, Mendeleev trabajó desde 1859 a 1861 con Henri Victor Regnault en Paris y con Robert Bunsen en Heidelberg. Durante su estancia en Alemania, en un laboratorio improvisado en su propia casa, el joven químico elaboró el concepto de temperatura crítica (es decir, aquella por encima de la cual un gas no puede volverse líquido por mucha que sea la presión a que se le someta). En la inmediata ciudad de Karlsruhe conoció al químico italiano Stanislao Cannizaro.

Mendeleev llamaba a Cannizaro “mi verdadero predecesor... Inmediatamente observé que los cambios en los pesos atómicos que él proponía conferian una nueva armonía a los grupos sugeridos por Dumas”, el profesor de química de la Sorbona. “La idea de una posible periodicidad de las propiedades de los elementos en relación con su peso atómico ascendente se me ocurrió en ese momento”.

A los treinta y tres años Mendeleev fue nombrado profesor de química general de la Universidad de San Petersburgo, la cátedra de química más importante de Rusia en esa época.

Durante el mismo periodo, comenzó a praparar una de sus obras principales, Los fundamentos de la química. Mientras escribía este libro, Mendeleev se enfrentó con el problema de como presentar los elementos y sus relaciones. Una y otra vez comparaba sus propiedades con la esperanza de encontrar una solución.

Después, explicando su descubrimiento, Mendeleev afirmó que, al comparar los elementos y sus pesos atómicos, los anotó en fichas y sacó la conclusión de que «las propiedades de los elementos dependen en forma periódica de sus pesos atómicos».

Añadió que, si bien tenía algunas dudas con respecto a muchos puntos oscuros, no las tenía en absoluto respecto del carácter general de la conclusión, puesto que no era posible admitir que las relaciones observadas fueran meras coincidencias.

Mendeleev presentó finalmente su nueva teoría en una comunicación que sometió a la Sociedad Química de Rusia en sesión celebrada el Io de marzo de 1869. Hoy no hay laboratorio químico del mundo que rio tenga en la pared la clasificación periódica de los elementos de Mendeleev.

Conozca más sobre Dmitri Mendeleev

Dmitri Mendeleev o las enseñanzas de un profeta, El Correo de la UNESCO, abril-junio 2019

La tabla de MendeleevEl Correo de la UNESCO, enero-marzo 2011

Dmitri Mendeleev y la ley periódica de los elementosEl Correo de la UNESCO, junio 1971