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La luz ha sido el hilo conductor de mi carrera

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South African chemist Tebello Nyokong
South African chemist Tebello Nyokong
© Micheline Pelletier for L’Oréal Corporate Foundation

¿Qué tienen en común los pantalones tejanos, el cáncer y los plaguicidas? A primera vista, nada. Sin embargo, cuando escuchamos el relato apasionante de las investigaciones realizadas por la química sudafricana Tebello Nyokong, nos enteramos de que la luz es el denominador común entre esas cosas tan dispares. Especialista en nanoquímica y apasionada por el rayo láser, la profesora Nyokong está encontrando aplicaciones de éste que bien podrían revolucionar la medicina y la preservación del medio ambiente. Cada vez se está acercando más a su objetivo. 

Entrevista de Tebello Nyokong con Cathy Nolan

Profesora Nyokong, usted está investigando actualmente un nuevo método de diagnóstico y tratamiento del cáncer que representa un alternativa a la quimioterapia. ¿Puede decirnos en qué consiste su trabajo?

Los químicos somos creadores. Mis trabajos de investigación guardan relación con la fabricación de moléculas para usos farmacéuticos. Estoy elaborando phtalocianinas, unas sustancias medicinales que solemos denominar “tinturas” porque sus moléculas son similares a las de los tintes utilizados para colorear la tela de los pantalones tejanos. Se utilizan en el tratamiento fotoquimioterápico del cáncer. Este tratamiento es fruto de un trabajo multidisciplinario en el que colaboran químicos, biólogos y especialistas en biotecnologías. Mi papel en esta empresa común es importante ya que, al ser química, tengo la misión de crear las moléculas. Trabajo con un equipo numeroso formado por 30 personas, sin contar con todas las que se encargan de las pruebas preclínicas en muchos países del mundo.

Explíquenos cómo pueden servir para tratar el cáncer las moléculas usadas para teñir los tejanos

Examinemos una planta: sus hojas son verdes a causa de la clorofila. Y la sangre debe su color rojo a la hemoglobina. De hecho, estas dos moléculas son casi idénticas, aunque la primera se construye en torno a un átomo de magnesio y la segunda en torno a un átomo de hierro. Una diferencia tan mínima como esa es suficiente para distinguir un medicamento de una sustancia que no es tal. La molécula que tiñe los tejanos es idéntica a la mía, pero los metales que contiene no son los mismos, y son éstos precisamente los que permiten utilizarla con una u otra finalidad.   

¿Es un tratamiento nuevo la fotoquimioterapia?   

No, son las sustancias medicinales las que son nuevas. En los Estados Unidos, Europa y Rusia, se utiliza ya la fotoquimioterapia contra determinados tipos de cáncer. En este caso, la química opera con la luz. El medicamento se introduce en el organismo del paciente y luego se activa con la luz. El problema estriba actualmente en que los efectos secundarios son muy considerables. El medicamento se tiene que introducir en el organismo y alcanzar los tejidos cancerosos. Si se fija también en los tejidos sanos, como ocurre ahora con los medicamentos de que disponemos, el paciente se ve condenado a no poder salir de su casa porque las radiaciones solares pueden destruir los tejidos sanos, como ocurre con el tratamiento quimioterapéutico.   

¿Son más seguras sus moléculas?   

Esa es la finalidad que buscamos. Estamos construyendo moléculas cuya característica es que van directas al lugar donde se encuentra el tumor. Estas sustancias medicinales ofrecen la ventaja de absorber fácilmente la luz y, por eso, basta con administrarlas en muy pequeñas dosis.   

Actualmente, estoy dando un paso adelante, combinando mi molécula con lo que podríamos llamar un “sistema de entrega”, cosa que no se había hecho hasta ahora. Aquí es donde intervienen las nanotecnologías. En efecto, las moléculas contienen nanopartículas, denominadas puntos cuánticos, que penetran con suma facilidad en cualquier parte del cuerpo y “entregan” el medicamento allí donde hace falta. Además emiten luz y esto facilita la localización de las células cancerosas. En resumidas cuentas, lo que estamos haciendo es pura y simplemente maravilloso.

¿Se puede utilizar ese tratamiento contra toda clase de cánceres?   

La luz usada para activar el medicamento se emite mediante láser y se transporta por conducto de fibras ópticas. Si el cáncer está generalizado, el tratamiento no es eficaz. El láser tiene que apuntar precisamente a la zona cancerosa. Se trata de un tratamiento localizado que no puede reemplazar a la cirugía.   

¿Cómo escogió este campo de investigación?   

Fortuitamente. ¡Ahí está el encanto de la química! Cuando alguien se interesa por las moléculas, está continuamente pensando qué nuevo partido se podrá sacar de ellas. Pero el hilo conductor de mi carrera ha sido la luz. Me apasioné por los rayos láser. Son de colores brillantes y van directos a su blanco. En cuanto empecé a trabajar sobre ellos, pude encontrarles nuevas aplicaciones. Fue maravilloso. Lo que me interesaba al principio eran los láseres y no el cáncer.   

¿Es peligrosa la nanoquímica?   

Mucho me temo que sí. En primer lugar, porque todo lo que penetra con facilidad en cualquier parte del organismo es peligroso por definición. En segundo lugar, porque en el centro de las nanopartículas que hemos creado hasta ahora hay metales pesados. Si se producen “escapes”, esas nanopartículas pueden fijarse en la hemoglobina u otras partes, y esto es peligroso en potencia. Con la ayuda de biólogos, estamos efectuando ensayos para averiguar la toxicidad de las moléculas y nos estamos esforzando por desarrollar las que resultan ser menos tóxicas. Estamos estudiando al mismo tiempo sus aplicaciones y su toxicidad.

¿Dentro de cuánto tiempo, a su parecer, se podrá generalizar el uso de sus medicamentos?

Hay que tener en cuenta diversas variables cuando se tiene previsto utilizar estos medicamentos con las personas. Los cancerólogos opinan que los rayos láser son caros y que su mantenimiento es difícil. Yo no puedo hacer todo. Puedo crear nuevos elementos en mi especialidad, la química, pero es indispensable una colaboración con otros científicos para comprobar su operatividad. En Sudáfrica, el Centro de Investigaciones Científicas e Industriales está efectuando ensayos preclínicos de mis productos. Además de esto, en Suiza, hay un equipo que ha elaborado un método de ensayo muy interesante con huevos embrionarios. Se inyecta el tinte en las venas, alrededor del embrión, y se evalúa su actividad.

¿Tienen también aplicaciones ambientales sus investigaciones?

Estas moléculas son verdaderamente mágicas porque pueden hacer cosas muy diferentes. Se pueden utilizar también para depurar el agua, sobre todo la que ha sido contaminada con plaguicidas. En los países africanos, a la gente no le queda más remedio que ir a buscar agua al campo y transportarla hasta el hogar. Así está la situación y tenemos que adaptarnos a ella. La luz se ha utilizado desde siempre para purificar el agua. Se sabe que destruye las bacterias, pero si metemos esas moléculas dentro del agua el proceso de depuración se acelera y los resultados obtenidos son menos tóxicos. Si se deja que la luz solar natural actúe de por sí sola, se pueden formar moléculas peligrosas para el organismo. Al combinar este producto químico y la luz, conseguiremos resultados que no serán tóxicos para el ser humano. Nos estamos acercando ya al resultado final y acabamos de depositar la patente de la manipulación.

¿Tiene el propósito de elaborar un producto industrial?

Esa es mi misión. Desearía conseguir este objetivo en el ámbito de la lucha contra la contaminación, antes que en el de las aplicaciones médicas, porque con estas últimas todo es más complicado y largo debido al gran número de reglas que se deben respetar. Me gustaría lograrlo para mostrar a los jóvenes sudafricanos que pueden dedicarse a la ciencia y crear productos. Por hora, ni siquiera se imaginan que esto sea posible. Creen que todo viene de fuera.

¿Pensaba dedicar su vida a la química cuando era más joven?

¡En absoluto! No había ninguna mujer que me sirviera de modelo. Pero yo tenía muchas ambiciones y siempre pensé que llegaría a ser médico o dentista. Luego, mis profesores tuvieron un papel muy importante. En mi primer año de facultad [en Lesotho] tuve un profesor adjunto que pertenecía al Cuerpo de Paz de los Estados Unidos. Lograba que la química fuese una asignatura apasionante. Así descubrí mi vocación y la química me cautivó para siempre. Soy oriunda de Lesotho y la universidad de dio la oportunidad de cursar estudios de doctorado. Conseguí una beca para formarme en Canadá y allí obtuve mi título de máster y sostuve mi tesis de doctorado. Ahora, hago lo mismo con los estudiantes. Tengo alumnos que vienen de universidades de toda África y otras partes del mundo a doctorarse conmigo.

Primera mujer en ocupar el puesto que ahora desempeña en la Universidad de Rhodes, usted ha dicho que su motivación era “realizar lo imposible”…

Es verdad, tuve muy poco apoyo y me costó mucho seguir adelante en mi carrera profesional. Muchas mujeres acaban renunciando por este motivo. Hay que estar un poco “loca” para hacer lo que yo hice. Por eso, me prometí a mi misma que ayudaría a las demás mujeres tanto como pudiera. No tienen mucha confianza en sí mismas. En cambio, yo no sé por qué los hombres sí que se sienten seguros de sí mismos, aunque digan insensateces.

¿Cree usted que la época actual es propicia para las mujeres dedicadas a la ciencia en Sudáfrica?

Sí, es un buen periodo. Tengo muchas alumnas y logro atraerlas, aunque a veces sea un tanto severa. A decir verdad, creo que la gente no sabe aprovechar suficientemente las oportunidades que se le presentan. Estamos en un país con buenas perspectivas. Sudáfrica es una nación emergente y un país del tercer mundo a la vez. Hay gente muy pobre que escarba las basuras para comer y otra que vive en la opulencia. Sin embargo, el país cuenta con infraestructuras suficientes y el gobierno ha decidido que no sólo va a luchar contra la pobreza, sino que va a desarrollar la ciencia y la tecnología. Habría que sacar partido de esto y trabajar encarniza - damente..., pero al parecer el trabajo encarnizado no goza de gran popularidad. Hay fondos para que nos podamos equipar y formar a más estudiantes. Por mi parte, siempre estoy postulando para obtener subvenciones y agarrarlas donde pueda.

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Tebello Nyokong

Tebello Nyokong es profesora de farmacología y nanotecnologías en la Universidad de Rhodes (Sudáfrica), donde dirige el Centro de Innovación Nanotecnológica para Sensores, dependiente del Departamento Sudafricano de Ciencia y Tecnología y del Mintek. En 2009, fue una de las cinco científicas galardonadas con el Premio L’ORÉAL-UNESCO “La mujer y la ciencia”, en representación de la región de África y los Estados Árabes. Ocupa el tercer puesto entre los científicos sudafricanos por el número de sus publicaciones.