
El Hombre y los animales
Este mes nuestra revista trata de investigar las variadas relaciones que se han ido estableciendo entre el hombre y los animales en épocas y culturas distintas. La esfera de esas relaciones frisa a menudo con lo misterioso y lo ambiguo. De ahí que la pregunta sobre "¿Qué es un animal!" dé lugar a respuestas que difieren de una cultura a otra y que las definiciones de lo animal sean a menudo sumamente reveladoras de la imagen que los definidores se hacen de sí mismos. Un animal apreciado en una cultura puede ser la peste para otra. Y no será la sociedad industrial moderna la que escape a la ambivalencia de esas relaciones cuando, al mismo tiempo que prodiga sus atenciones a los animales de compañía, tolera ciertas formas crueles de "fabricación" en cadena de animales para el consumo.
Los primeros testimonios de la relación entre el hombre y el animal que hayan llegado hasta nosotros los encontramos en el arte rupestre prehistórico. Los mitos de algunas sociedades de la época hablan de una edad de oro en que "dioses, animales y hombres vivían juntos y comunicaban entre sí como iguales con un mismo lenguaj e", lo que quizá reflejaba la relación casi igualitaria entre el cazador y el animal cazado. Esas sociedades mataban lo que necesitaban para subsistir, sin forzar nunca la capacidad del entorno para restituir los recursos utilizados por el hombre. Más tarde se produjo un cambio revolucionario; al pasar de la caza al pastoreo y a la ganadería, el hombre empezó a domesticar algunos animales. Se iniciaba así un proceso que aun continúa en nuestros días.
La relación entre el hombre y los animales podemos encararla desde varios puntos de vista. Nuestra especie ha materializado simbólicamente en éstos toda una serie de cualidades, desde la inocencia más pura hasta las sombrías fuerzas turbulentas; los hemos convertido en elementos de nuestras prácticas religiosas; y en las artes plásticas, la literatura y el folclore, como en los dibujos animados, hemos expresado vigorosamente nuestros sentimientos para con ellos. El hombre ha estudiado científicamente los animales y analizado las sociedades que forman con el fin de comprender las propias, explorando además la esfera de la posible comunicación con ellos. Y en todo ello manifestaba muy diversas facetas de su emotividad: miedo y admiración, crueldad y afecto, familiaridad y extrañeza ante esos seres que nos acompañan en la tierra y sin los cuales nuestra vida aquí sería imposible.