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Michel Serres responde a las preguntas de François-Bernard Huyghe

Filósofo y profesor, Michel Serres, de la Academia Francesa, es un espíritu abierto a temas muy variados: la ciencia, la pintura, la literatura, la ecología. Procura establecer, según sus propios términos, "un vínculo entre las ciencias, el derecho y la religión". Atento al papel que cumple el filósofo en la sociedad, es miembro del Foro de reflexión ad hoc de la Unesco, cuyo objetivo es abrir nuevas perspectivas a la reflexión y la cooperación intelectual mundial. Autor de más de veinte obras, entre las que cabe mencionar Le Contrat naturel (1990) y Le tiers-instruit (1991), ha publicado recientemente La légende des anges (1993).

Entrevista realizada por François-Bernard Huyghe

Uno de sus libros se titula El contrato natural ¿Quiere usted significar con ello que elhombrepuede celebrar un contrato con la Naturaleza?

La Naturaleza no figura en mi libro. Lo que describo es el paso de la tierra con minúscula, que alude al elemento tierra o la tierra de labranza, a la Tierra con mayúscula, que designa el planeta. El paso, pues, de una percepción restringida a una concepción global. Desde un punto de vista técnico, humano y científico, asistimos desde hace veinte años a la emergencia de esa globalidad. Por ese motivo estudio el término "tierra" en sus dos significados y empleo en muy pocas ocasiones la palabra "Naturaleza".

Esta nueva idea de globalidad puede quedar simbolizada por una fotografía tomada desde un satélite; esta imagen suscita una emoción que han debido compartir casi todos los hombres, pues muestra el planeta entero visto por un ojo humano. Esta percepción nueva constituye un acontecimiento en la historia de la humanidad. Ahora bien, el surgimiento de la percepción global del objeto Tierra (el planeta), produce, casi como una consecuencia, una construcción progresiva de la unidad de la especie humana. Las sociedades sólo pueden constituirse si tienen un objeto en común y por tratarse de un nuevo objeto, la Tierra globalizada, nuevos vínculos se establecen también entre la humanidad y el planeta.

El "contrato natural", que suena un poco como el "contrato social" de Rousseau, se aplica a este vínculo en formación. Una relación jurídica con todo el planeta es una idea ajena a las generaciones pasadas. Ahora bien, así como las sociedades humanas no pueden concebirse sin el contrato social, es imposible ahora concebir la construcción de la globalidad y de la unidad del género humano sin la idea de un contrato natural. La filosofía de las Luces poseía ya una noción de lo universal humano y un derecho natural, pero esta construcción de lo global no podía imaginarse antes de nuestra época. El contrato natural no es, pues, una metáfora para describir nuestros vínculos con el planeta, sino un verdadero concepto filosófico.

¿Se refiere ese concepto al descubrimiento de leyes las leyes de nuestra supervivencia, por ejemplo?

En el terreno jurídico, o en filosofía del derecho, no hay leyes que se hayan constituido sin un contrato previo. El contrato es la condición previa de toda ley. Pero la palabra ley se aplica tanto a las leyes físicas como a las leyes humanas que nosotros dictamos. Hasta ahora no existía un punto de intersección entre ambos conjuntos de leyes. El contrato natural establece una relación entre las ciencias exactas y las humanas, entre los dos tipos de leyes.

¿Podría usted citar un solo filósofo digno de ese nombre que no se haya visto obligado a reconsiderar la ciencia y el derecho, así como la relación entre las leyes que los rigen? Todo el problema de la filosofía occidental reside allí, en esa relación o vínculo.

La tarea del filósofo consiste en describir las condiciones a partir de las cuales las leyes pueden formularse, no en definir su contenido. El filósofo reflexiona acerca del vínculo en que se basa la obligación. Cuando el contrato es social, los vínculos se establecen exclusivamente entre los hombres; cuando se habla de leyes físicas, nos referimos sólo a vínculos entre las cosas. Pero, ¿cuál es la relación entre esos dos tipos de vínculos?

Entre la humanidad que está creando su unidad y ese objeto nuevo que es el planeta Tierra hay que inventar un vínculo que conlleva una nueva obligación, y al que he llamado "contrato natural". Podremos hablar de obligaciones cuando se instruyan procesos. Ya han surgido litigios entre los utilizadores de un parque y el parque mismo, que aparece así erigido en sujeto de derecho. Procesos de ese tipo sentarán jurisprudencia, la que progresivamente definirá esas obligaciones. No existía derecho en ese ámbito; hay, pues, que elaborarlo, primero filosófica, luego jurídica, y, por último, políticamente.

¿Debe considerarse la Tierra como un sujeto?

Es precisamente ése el principal problema que se plantea al filósofo: ¿cómo un objeto puede convertirse en sujeto? Todos los progresos del derecho han consistido en considerar cosas que eran objetos y hacer de ellas sujetos: los esclavos, que eran objetos, pasaron a ser sujetos de derecho; al igual que los niños, los embriones... Cada vez que el derecho avanza, transforma objetos en sujetos. El planeta era un objeto, y yo propongo que se haga de él un sujeto. Es una novedad que no deja de suscitar resistencias, pero en filosofía hay que aprender a oponerse a las ideas preconcebidas y aceptar la presentación de un aspecto nuevo de la cuestión.

¿Ha contribuido la bomba atómica a la aparición de esta idea de globalidad?

El paso de lo local a lo global comenzó en efecto a manifestarse hace algún tiempo. La bomba atómica ha sido lo que llamo un "objeto-mundo", es decir un objeto técnico, una de cuyas dimensiones era del orden de una de las dimensiones del mundo. Ese fue uno de los escalones que llevaron hacia lo global. Los medios de que disponemos nos permiten ahora evaluar, poner en ecuaciones, la relación de lo local con el marco global. Los modelos de climatología constituyen un excelente ejemplo de ello.

Otro concepto que usted utiliza es el de mestizaje.

La pedagogía contemporánea forma científicos que por lo general son incultos fuera de su campo de conocimiento, y hombres cultos que en materias científicas son ignorantes. La mayor parte de los problemas contemporáneos provienen de la desconexión entre esos dos grupos; cuando unos y otros llegan a ser decisores, no logran entenderse. Unos dictan leyes humanas sin tomar en cuenta la existencia de los objetos y de una ciencia; mientras los otros descubren y aplican leyes sin tener presente que hay seres humanos. Es aquí donde por primera vez utilicé la noción de mestizaje: imaginemos un sociólogo con conocimientos científicos o un político que domine la física, algo que, por otra parte, Platón ya había pensado. La noción de mestizaje significa en primer lugar que hay que inventar una pedagogía que no separe las ciencias exactas de las humanas de manera torpe y peligrosa.

Advertí después que esa noción de mestizaje era el concepto global de todo aprendizaje. Si mañana alguien empieza a aprender física, va a transformarse, a cambiar de cuerpo, de mundo... Se volverá mestizo por el hecho de aprender. Por ese motivo comienzo mi libro de pedagogía (Le tiers-instruit) con el retrato de un hombre y relatando cómo, siendo zurdo, aprendí a escribir con la mano derecha. Un zurdo o un diestro será siempre, física e intelectualmente, un hemipléjico. Posee un cuerpo, cuya mitad está paralizada. Si alguien sabe servirse de ambas manos, posee un cuerpo completo. El mestizo del que hablo es ese monstruo es decir, el hombre que dispone a la vez de la mano derecha y de la izquierda. Renace así en la confluencia de ambas direcciones.

Realizamos en parte esta experiencia cuando aprendemos una lengua: el habla de esa lengua nos penetra, como si una segunda persona entrara en nosotros para crear una tercera, mestiza. El mestizo es esa tercera persona a la que llamo "tiers-instruit" (tercero instruido).

Una concepción tradicional ve en la cultura algo que "da a luz". ¿Hay una relación entre su propia concepción de la cultura y esta antigua metáfora?

No me gusta el término "cultura" que, al igual que "naturaleza", es uno de los los motivos más frecuentes de desacuerdo entre los hombres. Pero, para desarrollar la metáfora, digamos que el mestizaje es comparable a un injerto. Desde el momento en que hay aprendizaje, hay alumbramiento de un tercer hombre a partir del que uno es y del que se recibe.

¿Preconiza usted un aprendizaje que nos convierta permanentemente en otra persona, y que contribuya a que cada cual llegue a ser, a su manera, el "tercero instruido" que lleva en sí sin saberlo?

Hay que aceptar y reconocer como tal ese Otro que es el acompañante, que nos conduce al encuentro de una segunda persona. Cuando se reconoce la alteridad, el aprendizaje es esa modificación. No se trata de elaborar una filosofía del Otro. El Otro es la segunda persona. Se trata de hablar de un "tercero instruido", de la tercera persona que engendra el encuentro del mismo con el otro. Se cuentan por millares los manuales de pedagogía que han servido sólo para que los inspectores aterroricen a los profesores.

Ninguna norma pedagógica logrará ajustarse a la situación específica de una clase, hoy, de 8 a 10 de la mañana, con determinados alumnos, etc. Por consiguiente, cuanto más concreto es un manual, más engañoso resulta...

En materia de pedagogía una directiva práctica aconsejar, por ejemplo, a los profesores que hagan estudiar el periódico a sus alumnos equivale a una directiva abstracta. En realidad cada estudiante es un caso especial. Las ciencias de la educación se sitúan en general en un punto intermedio, que no es ni concreto ni abstracto y que, so pretexto de ser útil, es menos útil de lo que se cree. La cuestión que me interesa es la siguiente: ¿cuál es la condición del aprendizaje?

Usted participa en los trabajos del Foro de reflexión ad hoc de la Unesco, que procurará sobre todo ir hacia lo concreto y lo normativoyproponeralgunas soluciones...

En El contrato natural dejo constancia de un fenómeno que se produjo tal vez después de la creación de la UNESCO: la construcción de una unidad humana que probablemente no era previsible en los años de su fundación, por diversas razones, en particular por razones objetivas. El consejo concreto que daré al Foro tendrá en cuenta este predominio de lo global.

Asistimos ahora a una progresión irresistible hacia lo global. Pero, por desgracia, lo que se impone gradualmente es la razón del más fuerte. En el fondo lo universal es pernicioso cuando está dominado por una potencia; y, en efecto, estamos cada vez más sometidos al poder de una sola cultura.

¿Qué se puede hacer concretamente contra el desarrollo de una cultura universal que es la manifestación de una fuerza única? Ahí radica el problema.

Los medios de comunicación tienden a considerar al filósofo como un oráculo al que sepide opinión sobre cualquier acontecimiento y del que se esperan fórmulas mágicas para salvar el mundo.¿Cuál es su reacción al respecto?

En efecto, los medios de comunicación formulan al filósofo todo tipo de preguntas sobre los temas más diversos. Nunca respondo a ellas porque no me considero autorizado a tener ideas pertinentes acerca de todo. Sólo lo hago en dos tipos de circunstancias: si se me interroga acerca de temas tratados en mis libros o en casos como el del Foro de reflexión ad hoc de la Unesco. Nunca me he expresado en los medios de comunicación sobre otros asuntos porque no poseo un entendimiento universal. Por otra parte, jamás intervengo en una polémica. La polémica es enemiga de toda forma de creación. La labor intelectual tiene por única finalidad y único objeto la creación. Si no se crea, uno no tiene derecho a dárselas de intelectual o de filósofo. Ahora bien, la polémica es un obstáculo absoluto a la creación de conceptos.

El filósofo no es "competente" en el sentido en que lo es un perito, pero tiene un oficio muy preciso que consiste en elaborar conceptos. Prefiero, pues, trabajar en mi terreno y rechazar todo cuestión que lo desborde. En particular, nunca se me verá escribir un libro contra alguien. Por el contrario, si alguien elabora un concepto nuevo, me congratulo como si yo mismo lo hubiera creado. Un nuevo concepto es algo muy raro y muy frágil. Hay que protegerlo como a un recién nacido. Dará frutos más tarde, tal vez cincuenta años después.

Michel Serres

Filósofo y profesor, Michel Serres, de la Academia Francesa, es un espíritu abierto a temas muy variados: la ciencia, la pintura, la literatura, la ecología. Procura establecer, según sus propios términos, "un vínculo entre las ciencias, el derecho y la religión". Atento al papel que cumple el filósofo en la sociedad, es miembro del Foro de reflexión ad hoc de la Unesco, cuyo objetivo es abrir nuevas perspectivas a la reflexión y la cooperación intelectual mundial.