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Una doble crisis

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Illinois Agricultural Association record (January 1944- December 1949)

Los medios de alimentación que el mundo ofrece no se utilizan sino de modo muy desigual y con grandes pérdidas, y ambos reconocen que el mundo no puede permitirse una actitud semejante en una epoca en oue su población aumenta en proporciones oue actualmente exceden de los 20 millones de personas por año. Este incremento constituye una seria amenaza para nuestros recursos alimenticios si no se hace muy pronto algo para restablecer el equilibrio. Se trata de uno de los problemas más importantes de nuestra época. La UNESCO ha destacado el tema de "Los hombres y su alimento" como uno de los que con mavor urgencia necesitan ser discutidos este año, y ha pubiicado un llamamiento para que en el mundo entero se formen grupos de discusión que concentren su atención en ese lema. Para orientar a la opinión pública, y estimular la diseusión en escuelas, universidades, clubs, organizaciones cívicas y grupos de educación de adultos, la UNESCO se ha dirigido a especialistas en los problemas de población y alimentación, pidiéndoles que escriban una serie de artículos sobre estas cuestiones.

Aldous Huxley abre el fuego de la campaña con lo que denomina la "doble crisis" contra la que el mundo lucha desesperadamente en nuestros días; según Huxley, la fertilidad del suelo disminuye mientras aumenta la fecundidad humana.

por Aldous Huxley

La raza humana esta passando un tiempo de crisis, y esa crisis existe, por asi decirlo, en dos planos: plano superior de crisis política y económica, y uno inferior de crisis demográfica y ecológica. Lo que se discute en las conferencias internacionales y en los periódicos es la crisis del plano superior - las crisis cuyas causas inmediatas son el derrumbamiento económico debido a la guerra y a la lucha por el poderío entre los grupos nacionales que poseen o están a punto de poseer medios de exterminio en masa. Sin embargo, la crisis del plano inferior es por lo menos tan seria como la crisis en el terreno político y económico. Además, los problemas del plano superior no pueden resolverse si no es refiriéndolos a los problemas que están cobrando forma en la base cósmica y Si bológico. hacemos caso omiso de esto, la crisis del plano inferior no puede menos de exacerbar la crisis en los planos político y económico.

Ha estado de moda algún tiempo hablar de "pobreza en medio de la opulencia". La frase significa que el planeta posee abundantes recursos con que alimentar, vestir, albergar y procurar regalo a su población existente va cualquier aumento de esa población previsibleen un futuro inmediato, y que las actuales desventuras del linaje humano se deben por entero a los defectuosos métodos de producción, y, sobre todo, de distribución. Con la reforma monetaria, el socialismo, el comunismo, el capitalismo sin restricciones, la economía distributiva,o cualquier otro remedio predilecto, la humanidad, como el príncipe y la princesa de los cuentos de hadas, podrá vivir feliz para siempre jamás. Las privaciones y el hambre se trocarán en abundancia, y la tierra entera en una vasta isla de Jauja. 

Tales son los milagros que habrá de llevir a cabo el planismo político y económico. Pero cuando de esas elevadas consideraciones pasamos al estudio de Jo que se está produciendo en los planos biológico y ecológico, lo menos que puede decirse de nuestro optimismo es que tiende a parecer un tanto prematuro. 

En lugar de pobreza en medio de la opulencia, nos encontramos entonces con que lo que hay es miseria en medio de la miseria. Los recursos del mundo son insuficientes para la población mundial. Y mientras tanto, la población del mundo va creciendo.Va creciendo al ritmo de unos doscientos millones cada diez años. Además, mientras la población va para arriba, la fertilidad del terreno decae. La guerra atómica puede destruir una civilización determinada; la erosión del terreno puede poner fin a la posibilidad misma de toda civilización. El clima favorable ha prevalecido en Norteamérica durante los ocho años últimos y, en consecuencia, hemos oído hablar de la erosión mucho menos que en lo que duró la serie de temporadas secas que dieron lugar al nacimiento de lo que se ha llamado la Hoya de Polvo (Dust Bowl). Sin embargo, a pesar del considerable mejoramiento de loo procedimientos agrícolas, la erosión del terreno continúa, y es posible que tan pronto el clima continental tome otro rumbo para empeorar, cobre la erosión las mismas proporciones desastrosas que adquirió entre 1930 y 1940. 

Pero en los veinticinco años próximos, la población de los Estados Unidos se elevará.(si entre tanto no surge ningún impedimento) en unos treinta millones. Lo que está ocurriendo en Norteamérica está ocurriendo también en otras partes del mundo. La erosión se está arrastrando por toda el Africa, donde una población indígena que aumenta rápidamente se aferra con tenacidad a su rancia costumbre de medir la categoría social por el número de cabezas de ganado. Hay más gente, por lo tanto más vacas, por lo tanto mayor exceso de pastoreo, y por lo tanto más erosión. 

También en Asia se está haciendo el mismo irreparable daño a los mismísimos cimientos de cualquier civilización posible. La pobreza humana existe en medio de una pobreza natural que va rápidamente en aumento. Desde 1800, la Europa occidental ha triplicado su go­blación. Ese aumento ha resultado posible por la explotación de los territorios vacíos v agrícolamente vírgenes del Nuevo Mundo. 

El crecimiento de Europa y del Nuevo Mundo

Hoy, el Nuevo Mundo posee una población numerosa y en vías de rápido crecimiento, y su suelo, sometido desde hace más de un siglo a una explotación excesiva, está perdiendo su fertilidad. Todavía queda un amplísimo excedente de productos alimenticios exportables; pero a medida que la población vaya en aumento y que la fertilidad decrezca, habrá cada vez menos excedentes disponibles para los hambrientos de las demás regiones del mundo. Además, los productos manufacturados que la Europa occidental cambiaba por productos alimeticios y materias primas han ido teniendo menos aceptación a medida que las naciones del Nuevo Mundo se industrializaban. 

El alimento es un artículo de consumo renovable. Si no se explota el terreno hasta agotarlo, a la cosecha de este año sucederá la del año que viene. Pero la veta de estaño o de cobre que ha dado mineral este año no se reconstituirá para el año siguiente. Cuando se haya agotado, el minero tendrá que ir a explotar otro yacimiento. Y si no consigue encontrar otros yacimientos, tanto peor para él. 

El industrialismo es la explotación sistemática de las riquezas que se consumen. Lo que llamamos progreso es, en muchos casos, simplemente el aceleramiento del ritmo de esa explotación. Y la prosperidad que hasta aquí hemos conocido es consecuencia del rápido gasto del capital irreemplazable del planeta. 

¿Por cuánto tiempo puede continuar la acelerada dilapidación de ese capital? ¿Cuándo se habrán agotado las riquezas no renovables del mundo? Todo lo que sabemos de cierto es que las reservas de muchas materias hasta aquí consideradas indispensables son limitadas, y que, en multitud de lugares, yacimientos riquísimos y fácilmente explotables de esas materias han sido agotados o están en vías de serlo. 

Así, en los Estados Unidos, va escaseando la mina de hierro de mejor ley; lo mismo el cinc, el cobre, el plomo; lo mismo el petróleo. Y esto ocurre en una época en que una población continuamente creciente, dotada de métodos de producción de un rendimiento sin cesar mejorados, exige artículos de consumo en cantidades cada vez mayores - dicho en otras palabras, está haciendo pedidos cada vez más onerosos de las limitadas reservas del capital de nuestro planeta.

Alimentación, demografía y política 

La existencia de una proporción desfa­vorable entre la poblacion y los recursos naturales crea una amenaza permanente para la paz y para la libertad política y personal. En nuestros dias, la amenaza a la paz está condicionada por el hecho de que el país sobrepoblado posea una organización industrial capaz de producir armamentos.

No puede haber agresión alguna sin medios para la agresión. Si le faltan esos medios, al pueblo de un país, sobrepoblado no le queda más que una disyuntiva : o puede dejar de engendrar, y así reduce su población, o bien seguir engendrando hasta que el hambre, las enfermedades, la inseguridad política y la guerra política se combinen para elevar el nivel de la mortalidad hasta el punto en que una población disminuída pueda restablecer una proporción favorable respecto de los recursos naturales. 

Pero algunos países sobrepoblados se hallan asimismo industrializados, y para esos hay una tercera alternativa: esclavizar o exterminar  a sus vecinos, y de esa manera adquirir más tierra, alimen­tos, materias primas y mercados. 

Acordándose de que "Dios está del lado de los que ganan", los jefes militares de los países industrializados que poseen índices de natalidad elevados tendrán confianza en ganar cualquier guerra que se les ocurra desencadenar contra los países cuyo índice de natalidad sea bajo. Y recordando que David mató a Goliat de una pedrada de su honda, los jefes militares de los países que tienen un índice de natalidad bajo acabarán por creer que su única posibilidad de supervivir consiste en utilizar, antes de que sea demasiado tarde, su superioridad técnica en armas atómicas y biológicas, para compensar el efecto de 1os grandes batallones. 

Mientras siga siendo axiomático que las naciones existen a fin de perjudicarse y destruirse unas a otras, el aumento desigual de la población del mundo es no menos peligroso, políticamente hablando, que el aumento general de la población traducido en un agotamiento más rápido de los recursos. 

Un momento de gran peligro

Suponiendo, por razones de argumenta­ción, que, pese al nacionalismo y al militarismo, fuera posible ponerse de acuerdo en cuanto a una política demográfica mundial, ¿qué posibilidades de existir tendría esa política? La respuesta es que, en los países en que más deseable sería la aplicación inmediata de esa política, resultaría sumamente difícil, casi imposible, esa aplicación. E incluso si mañana se decidiera y aplicase con éxito una reducción de los actuales y elevados índices de natalidad del mundo, el número de personas en edad de procrear es hoy tan grande, que, a pesar de la reducción del índice de natalidad, el conjunto de la población seguiría aumentando por lo menos hasta fines del presente siglo. 

En las condiciones más favorables que podamos imaginar razonablemente, la población del mundo habrá de elevarse a los tres billones de habitantes, por lo menos, antes de empezar a disminuir. Esto quiere decir que, pase lo que pase, el próximo medio siglo va a ser una época de máximos peligros políticos y económicos. 

Si se acordara y aplicase en el futuro inmediato una política demográfica mundial, cabría esperar que esos peligros fuesen menos agudos después del año 2.000 aproximadamente. Si no se adopta esa política, es verosímil que, a menos de que surja algo formidablemente bueno o formidablemente malo, la crisis perdure muchos años más. 

El problema exige ser atacado simultáneamente por varios frentes: el ideológico, el de la organización y el tecnológico-científico.En el frente ideológico, el enemigo mas temible de la paz es el nacionalismo, porque donde más peligroso llega a ser el exceso de población es en el contexto de un pensamiento nacionalista. La profundidad y la sinceridad se miden por los sacrificios que el creyente esté dispuesto a hacer. Hoy, por una sola persona que se aviniese a morir por su creencia en Dios, hay probablemente un millar de hombres y mujeres que estarían dispuestos a sufrir el martirio por su ídolo local nacional. De todos los móviles de acción colectiva, el nacionalismo es actualmente, con mucho, el más poderoso.

La O.A.A. puede realizar una gran obra 

La Organización internacional de la Alimentación y de la Agricultura se ha creado para estudiar las posibilidades del aplicación primero de estos métodos, encaminando a aumentar los recursos mundiales en lo que se refiere a los productos alimenticios, y para representar recomendaciones a este respecto. La Organización no posee ningún poder; su plan más ambicioso, el plan Orr, que preveía la creación de una Oficina mundial de la Alimentación (World Food Board), con capacidad para adquirir y distribuir los excedentes, estabilizar los precios y mantener " un granero normalmente aprovisionado siempre", fue rechazado por la mayoría de los Gobiernos interesados.

Pero los delegados de la O.A.A. son sumamente competentes, y es seguro que podemos contar con ellas, en los años venideros, para que lleven a cabo una labor tan excelente como se lo consientan los diversos gobiernos nacionales ante quienes son responsables.

Cuando contemplamos un mapa del mundo coloreado o sombreado con arreglo a la densidad de población, echamos de ver que hay regiones punto menos que deshabitadas. Están deshabitadas porque las presentes condiciones son inhabitables. En algunos sitios, la inversión de cantidades más o menos considerables de  trabajo humano y de capital puede modificar esas condiciones y hacer productiva la tierra.

A medida que aumente la población mundial y que la demanda supere cada vez más a la oferta, en lo que a los alimentos se refiere, irá valiendo cada vez más la pena gastar tiempo, trabajo y dinero en tareas que en las presentes circunstacias son económicamente injustificables. Y si la energía atómica puede llegar a manejarse sin demasiado peligro y utilizarse a un precio de costo muy bajo, multitud de proyectos actualmente injustificables pasarán a ser cuestiones de realización práctica.

Entre tanto se nos dice que los rusos han logrado deshelar la tundra siberiana y convertirla en trigales y tierras centeneras. Si esta experiencia tiene éxito, muchos territorios, hasta aquí yermos, de las regiones boreales de Asia y América podrán volverse productivos.

Para acabar con el monopolio, políticamente peligroso de las tierras fértiles y de las salidas al mar, cuya contribución a nuestro abastecimiento alimenticio podría intensificarse enormemente por medios científicos, debería llamarse a químicos y biólogos para que colaborasen en una serie de "Proyectos Manhattan", no de destrucción, sino de creación. Así se dice que los alemanes emplearon un procedimiento para la transformación de productos orgánicos de desecho, como el serrín, en una solución azucarada, para el cultivo de levaduras comestibles. 

Una técnica nueva de utilización de la energía 

Esa técnica, si se la desarrolla como es debido, podría procurar las proteínas de que tan necesitados están los millones de personas que actualmente tienen que vivir con un régimen incompleto a base de cereales. Y el objetivo de otro de esos proyectos sería la síntesis de la clorofila, la substancia que permite a la planta, durante su crecimiento, utilizar la energía solar para convertir el aire y el agua en hidratos de carbono. 

Hasta ahora los que gobiernan el mundo han estado dispuestos a derrochar tiempo, energía, dinero e inteligencias en el desarrollo de las armas atómicas y biológicas; no parece muy claro que se les haya ocurrido siquiera que podría estar bien utilizar los recursos de la ciencia aplicada para aliviar el hambre del mundo y hacer desaparecer una de las principales causas de la guerra. 

Los monopolios naturales de materias primas son más peligrosos aún, políticamente, que los monopolios naturales de materias alimenticias. Cuando se encuentran situados en el territorio de una nación fuerte, los yacimientos de minerales necesarios para la industria son una tentación permanente al abuso de la potencia militar y económica; cuando están situados en una nación débil, son una atención permanente a la agresión extranjera.

Organización de los estudios y de las investigaciones

Debería orientarse la investigación deliberadamente hacia el descubrimiento de productos universalmente accesibles y capaces de substituir a esos minerales relativamente raros y muy desigualmente repartidos. De lograr éxito, esa investigación tendría dos resultados beneficiosos; destruiría los monopolios naturales que tan peligrosos son políticamente, y ayuda1ia a nuest.ra civilización industrial a cambiar su precaria base - la explotación de recursos en vías de rápido agotamiento - por otra más segura y más cercana de lo permanente. 

La civilización explotación de industrial recursos se basa limitados,en por medio de la energía humana y de la que engendran el carbón, el gas y los saltos de agua. Si se le maneja con éxito, la energía humana aumentará en proporciones enormes la potencia disponible. Pueden preverse dos resultados de ello, desfavorable uno, el otro favorable.

Para empezar, podemos prever que ese aumento de energía conducirá a la explotación más eficaz, y, por ende, al agotamiento más rápido de las reservas más fácilmente explotables de minerales de primera necesidad, como el hierro, el estaño, el cobre, el cinc, y otros por el estilo. La energía atómica nos permitirá gozar de la prosperidad del pródigo que vive espléndidamente unos pocos años, del capital heredado. Si eso fuese todo lo que de él pudiera esperarse, el descubrimiento de la energía atómica hubiera sido enteramente catastrófico.

Dicho en otros términos, la utilización de la energía atómica acelerará probable­mente la dilapidación de lo que podemos llamar nuestro capital en mineral de cali­dad subida; pero retrasará el plazo final de la bancarrota, poniendo a disposición de la industria el capital en mineral de calidad más floja, cuyos gastos de explo­tacion son actualmente demasiado ele­vados. 

La ciencia aplicada puede utilizarse en la lucha por la libertad con no menor eficacia que en la lucha por la paz. Su­pongamos, por ejemplo, que se descu­briera un medio de aumentar considera­blemente el abastecimiento de materias alimenticias. Tendría el mismo género de resultado que el descubrimiento de un se­gundo Nuevo Mundo. Haría que la vida fuese más fácil para los habitantes de los países demasiado poblados, y con ello, que desapareciese la necesidad de algu­nos de los "controles sociales centralizados y absolutos" que tienen que impo­nerse siempre que se vuelve excesiva la presión de la población sobre los recur­sos. 

Mientras tanto, cada día trae su con­tingente de unos cincuenta y siete mil nuevos seres humanos a un planeta que en el mismo período de tiempo ha per­dido, por obra de la erosión, casi el mismo número de acres de tierra. productiva, y sabe Dios cuántas toneladas de minera­les insustituibles. cualquiera que sea el sesgo que tome la crisis superficial, la cri­sis en el plano político, industrial  o fi­nanciero, la crisis subyacente persiste y se hace más honda. 

El crecimiento incesante, casi explosivo de la población mundial empezó hace unos dos siglos y continuará, segun todas las trazas, durante otros cien años, por lo menos. A juzgar por lo que sabemos, jamás se ha producido un fenómeno por el estilo. Por lo tanto, nos encontramos ante un problema sin precedentes. Descu­brir y, una vez descubiertos, aplicar los remedios va a ser sumanente dificil. Y cuanto más lo demoremos, mayor será la dificultad.

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Aldous Huxley

El novelista y crítico literario británico Aldous Huxley es autor de numerosas obras de ficción, entre ellas, la conocida novela Un mundo feliz publicada en 1932.