
El Hombre: ¿Animal agresivo por esencia?
El hombre no parece tener peor enemigo que su propio semejante. Ningún vertebrado, ni siquiera el más feroz de los carnívoros, suele matar a sus congéneres. Con dos excepciones : la rata y el hombre. ¿Significa esto que el hombre no ha pasado del nivel de la rata? ¿Es el hombre, como sostienen Konrad Lorenz y muchos de sus discípulos, un ser instintivamente agresivo, un homicida nato? ¿Pueden atribuirse las agresiones, de carácter individual o colectivo, a esa proclividad natural a la violencia?
Para tratar de esclarecer este fenómeno de la agresividad, varios especialistas venidos de catorce países se reunieron en mayo pasado en la sede parisiense de la Unesco. Su conclusión fue unánime: no, el hombre no es un ser agresivo por esencia, no es el instinto lo que le hace ser agresivo. A los apasionantes debates de esos biólogos, zoólogos y sociólogos que asistieron a la reunión, a sus sorprendentes observaciones y à las lecciones que se desprenden de su experiencia científica, dedicamos una parte de este número de El Correo de la Unesco.
Pero existe otra esfera en la que la dilapidación y el saqueo qué el hombre lleva a cabo han adquirido proporciones alarmantes: se trata de la creciente agresión perpetrada por la sociedad tecnológica e industrial contra el medio circundante, contra esa delgada capa de nuestro planeta a la que damos el nombre de Biosfera. De todos modos, tampoco aquí es desesperada la situación. Todavía hoy podemos salvaguardar y garantizar a las próximas generaciones las condiciones elementales para que la vida pueda continuar en esta tierra. Falta simplemente que lo deseemos.