
Alianzas innovadoras para el cambio
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Las alianzas de nueva generación entre gobiernos, empresas y sociedad civil constituyen la mejor vía para alcanzar los objetivos estratégicos de la comunidad internacional. Hecha de diálogo e ideas renovadas, esta plataforma inclusiva pretende contribuir a la tarea ya emprendida de lograr los objetivos de desarrollo y afrontar los desafíos futuros.
Por Shiraz Sidhva
Cuando los líderes del empresariado mundial acudieron a Davos en enero de 2017 para asistir al Foro Económico Mundial, una de las insignias que más ostentaban en sus solapas era el colorido emblema redondo de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Lejos de promover la adopción de metas a corto plazo –como aumentos de beneficios y ventas–, un grupo de grandes empresarios se sirve de sus cargos y compañías para contrarrestar el cambio climático, erradicar la pobreza, promover la educación para todos, empoderar a las mujeres y reducir la propagación de las enfermedades.
Durante decenios se mantuvo al sector privado al margen de los organismos de desarrollo, pero en 2015 las Naciones Unidas lo atrajeron para que colaborara con las organizaciones de su sistema, los gobiernos nacionales, la comunidad científica y la sociedad civil, con vistas a que contribuyese a impulsar la realización de la ambiciosa Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030. Este acuerdo universal constituye el programa de desarrollo más inclusivo que se haya proyectado hasta la fecha, pero sólo se alcanzará su objetivo final ‒sostenibilidad acrecentada, paz y prosperidad para todos ‒ cuando todas las partes interesadas participen en la tarea de hacer avanzar la Agenda. Esta es la idea plasmada en el ODS Nº 17, titulado “Alianzas para lograr los objetivos”.
Una extraordinaria mejora del bienestar
“Tenemos que […] convenir en movilizar no sólo a los gobiernos, la sociedad civil y el mundo universitario, sino también al sector empresarial, a fin de sacar partido de lo ya acordado [en la Agenda 2030 y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático] y unirnos en un nuevo tipo de alianza destinada a plasmar esos pactos en actividades que contribuyan a prevenir los conflictos y tragedias que afrontamos en el mundo de nuestros días”, dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en Davos durante la sesión especial titulada “Cooperación para la paz – Abordar las causas profundas de las crisis mundiales”.
Guterres señaló también que, según previsiones recientes, las inversiones para alcanzar totalmente los ODS podrían generar un beneficio anual de 30.000 millones de dólares, y “mejorar extraordinariamente el bienestar de los pueblos”.
Por su parte, la Vicesecretaria General de las Naciones Unidas, Amina Mohammed, en su primera declaración efectuada el 28 de febrero de 2017, a pocas horas de jurar su cargo, estimó que “el éxito [en la realización de los ODS] exigirá adoptar un enfoque más audaz en materia de financiación y alianzas, porque sin el compromiso activo de todos los participantes no se conseguirá nada”. Por eso, instó a todos los países a que reexaminaran sus sistemas y enfoques.
Añadió además que las Naciones Unidas “tendrán que adaptarse a este respecto” a fin de poder ayudar a sus Estados Miembros en la ejecución de la Agenda 2030, y que “es necesario innovar y modernizar el enfoque de las alianzas y la financiación, centrándose en una perspectiva a largo plazo”.

Fomentar la participación empresarial
Paul Polman, director general de la multinacional anglo-holandesa Unilever desde 2009, es el mejor ejemplo del grupo cada vez más numeroso de empresarios que dedican tiempo y energía para convencer al sector privado sobre la necesidad de participar en la búsqueda de soluciones a los problemas más difíciles que afronta la humanidad. Con respecto al cambio climático, por ejemplo, se expresa así ante los accionistas de su empresa: “Ya hemos sobrepasado un grado y desgraciadamente la ‘Madre Naturaleza’ ya ha empezado a pasarnos factura”.
El director de Unilever enardeció a los estudiantes de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres con estas palabras: “Podemos ser la generación que resuelva dentro de 15 años el problema de la pobreza y el del cambio climático”. Los jóvenes entusiasmados que llenaban la sala se quedaron mudos cuando Polman dijo: “Siempre acostumbro a decir que soy el representante de una de las mayores ONG del mundo”.
No es este el tipo de cosas que suelen decir los grandes empresarios, pero además Polman es de los que hacen lo que dicen. El año pasado, el por entonces Director General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, le nombró miembro de un grupo de personalidades defensoras de los ODS llamadas a “contribuir con su prestigio y autoridad” al logro de las metas de la Agenda 2030.
Creado en 2014 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en nombre de la ONU, el Fondo ODS facilita la convergencia entre entidades públicas y privadas para alcanzar la Agenda 2030. Orientada hacia la participación del sector privado, la estrategia del Fondo tiene dos objetivos: asociar a las empresas a sus programas sobre el terreno desde el inicio de éstos; y crear un consejo consultivo empresarial a nivel mundial.
Una hoja de ruta para las alianzas
Integrado por dirigentes de empresas mundiales de diferentes sectores de actividad, el Grupo Consultivo del Sector Privado del Fondo ayuda a este organismo a “establecer una hoja de ruta para determinar de qué manera las alianzas entre el sector público y el privado pueden aportar soluciones a gran escala para alcanzar los ODS”. Además de asesorar en la elaboración de modelos de actividades empresariales, el Grupo participa, entre otras, en las siguientes iniciativas: el fomento del diálogo entre las partes interesadas, públicas y privadas; la realización de campañas de sensibilización; la oferta de servicios de asesoramiento especializados; y la cooperación con investigadores y universitarios para aportar ideas nuevas y soluciones conjuntas.
Gracias a las Alianzas entre el Sector Público y el Privado –denominadas PPP, por sus siglas en inglés–, las empresas responsables se han ganado un puesto en la mesa de negociaciones. Por ejemplo, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) –una organización internacional de dirigentes del sector privado integrada por 200 empresas agrupadas en 70 consejos nacionales, que cuentan con 19 millones de empleados y totalizan una facturación de 8,5 billones de dólares‒ se dedica a proponer soluciones empresariales de gran alcance para los problemas de sostenibilidad más arduos. Entre los 15 miembros de su comité directivo figuran Paul Polman y una sola mujer, Ana Botín, presidenta del Banco Santander.
Según Peter Bakker, presidente y director general del WBCSD, “si se tiene en cuenta que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha estimado que se necesitan entre 5 y 7 billones de dólares anuales para financiar los ODS [...], las empresas deben desempeñar un papel de fuentes de inversión y de impulsoras del desarrollo tecnológico, la innovación, el crecimiento económico y la creación de empleo […]. Para cualquier dirigente empresarial resulta titánica la tarea de apuntar a la realización de los 17 ODS y sus 169 metas conexas”.
En su empeño por encaminar a las empresas por la vía adecuada, el WBCSD ha decidido colaborar con el Pacto Mundial de Naciones Unidas y la Iniciativa Mundial de Presentación de Informes, una organización internacional independiente de normalización que ayuda a empresas, gobiernos y otros organismos a evaluar y comunicar el impacto de sus actividades en ámbitos como el cambio climático, los derechos humanos y la corrupción. La finalidad de esa colaboración ha sido crear una “Brújula de los ODS” destinada a orientar a las empresas sobre esos objetivos y medir el impacto de las actividades. El complemento de esa “Brújula” lo constituye el “Centro Empresarial de los ODS”, que Bakker define como “una dinámica plataforma en línea con ideas empresariales y nuevos instrumentos y recursos”.
Aliados improbables
Como muestra el caso de Unilever, el compromiso de una empresa con el desarrollo sostenible y la promoción de un capitalismo de nuevo cuño resulta efectivamente fructífero. “El establecimiento de alianzas constructivas con pequeños agricultores ha contribuido a que las cadenas de aprovisionamiento [de esta empresa] sean más eficaces y sólidas”, afirma Jack Nelson, analista financiero de “Stewart Investors”, en el diario Financial Times.
En el primer Festival Mundial de Ideas para el Desarrollo Sostenible, celebrado en Bonn (Alemania) a principios de marzo de 2017, la médica canadiense Alaa Murabit, miembro del grupo de personalidades defensoras de los ODS y fundadora de la organización Voz de las Mujeres Libias, destacó la importancia de la alianza y la cooperación entre “aliados improbables” para coadyuvar al logro de los objetivos de la Agenda 2030 en beneficio de toda la humanidad.
Si bien la Agenda 2030 exige adoptar un enfoque innovador de las alianzas, el Banco Mundial viene promoviendo desde hace más de 30 años PPP de tipo tradicional para colmar los déficits de financiación de los proyectos públicos en materia de infraestructuras. A este respecto, el investigador Louis Meuleman, fundador del centro de estudios Estrategia Pública para el Desarrollo Sostenible junto con su esposa Ingeborg Niestroy, recalca que “ahora es preciso pasar de esas PPP clásicas a nuevas alianzas en pie de igualdad entre tres partes: la administración pública, las empresas y los ciudadanos”.
“En las alianzas para alcanzar los ODS es necesaria –según Meuleman– la participación activa e importante de la sociedad civil […]. Las nuevas alianzas exigirían una reorientación de los objetivos de sus tres partes integrantes. Las administraciones públicas podrían tener por objetivo alcanzar metas concretas en colaboración con aliados de la sociedad civil para obtener beneficios mutuos, en vez de centrarse en recortes de gastos y personal. Por su parte, las empresas podrían integrar la responsabilidad social en sus objetivos, habida cuenta de que ésta crea un valor añadido […]. No basta con hacer participar a posteriori a la sociedad civil en las PPP, porque un automóvil seguirá siendo un automóvil aunque se le pegue un par de alas, y nunca despegará como un avión”.
Es necesario cambiar de perspectiva
Los detractores de las PPP clásicas han advertido que no van a funcionar en el contexto de la Agenda 2030, porque ésta exige además dar prioridad a las poblaciones. El Centro de Excelencia Internacional en PPP de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (CEPE) apoya a las PPP que otorgan esa prioridad, lo que supone entablar un diálogo a fondo con las partes interesadas y fortalecer al mismo tiempo la capacidad de la administración pública y las empresas para llevar a cabo los proyectos previstos. Además de ser financieramente viables, éstos deben tener un impacto económico transformador.
“Las PPP no son una panacea ni una fórmula milagrosa para colmar el enorme déficit de inversión en infraestructuras”, recalca Anis Chowdhury, universitario australiano de origen bangladesí, ex encargado de actividades en materia de compromiso y sensibilización en el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas y coautor del documento de trabajo de este departamento titulado “Public-Private Partnerships and the 2030 Agenda for Sustainable Development: Fit for Purpose?” [Las PPP y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible - ¿Se adaptan esas alianzas a los objetivos?].
“Para que las PPP sean un instrumento eficaz de prestación de servicios importantes como la creación de infraestructuras, es fundamental que los países posean la capacidad institucional necesaria para establecer esas alianzas, gestionarlas y evaluarlas en comparación con otras fuentes posibles de financiación”, dice Anis Chowdhury, antes de agregar que “para conseguir esto, muchos países en desarrollo necesitarán que la comunidad internacional les preste asistencia técnica y les ayude a fortalecer sus capacidades”.