
En Ghana, el mar inunda las zonas costeras
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Con unos 550 kilómetros de litoral este país africano, donde la cuarta parte de la población vive al borde del mar, está especialmente afectado por la erosión costera. Se sospecha que el fenómeno es causado por las actividades humanas que contribuyen al aumento del nivel del mar vinculado al calentamiento climático.
Kwasi Addo Appeaning
Profesor adjunto de estudios de deltas y procesos costeros y director del Instituto de Estudios Medioambientales y Saneamientos de la Universidad de Ghana.
Situada junto al golfo de Guinea y próxima a la ciudad de Keta, en la región del Volta, Fuvemeh era hasta hace poco una aldea próspera que vivía de la pesca y las plantaciones de cocoteros. Hoy se encuentra parcialmente devorada por el mar.
Una escuela y unas 80 viviendas han quedado destruidas y más de 300 habitantes han sido desplazados. Terrenos agrícolas y plantaciones están anegadas y los pescadores han perdido sus medios de subsistencia. En los tres últimos años la situación ha empeorado: el litoral ha retrocedido varios metros tierra adentro. En determinados puntos, el retroceso alcanza ya un centenar de metros.
Entre agosto de 2016 y junio de 2017, mis colegas y yo grabamos vídeos e imágenes aéreas usando un dron equipado con una cámara de alta resolución. Al comparar esas grabaciones con imágenes de satélite tomadas en 2014 y mapas fotográficos de 2005, vemos que, entre 2005 y 2017, el 37% de los terrenos costeros había desaparecido a causa de la erosión y las inundaciones.
Tanto la construcción, en 1965, de la presa de Akosombo, que anegó 8.502 km2 de la región del Volta, como la reciente ampliación del puerto de Tema han repercutido sobre el aporte de sedimentos y han contribuido considerablemente al aumento de la erosión en la costa oriental. La extracción de arena, una práctica ilícita que persiste en la región porque no se aplica la ley, también ha sido reconocida como una causa importante de la erosión que afecta a la costa de Ghana.
Aldeas convertidas en islotes
Los alrededores de Keta no son las únicas zonas afectadas. Todo el litoral del África occidental se ha deteriorado en diverso grado. Ghana, país con 550 kilómetros de costas, está particularmente expuesto a los riesgos vinculados a la erosión del litoral. Aunque sólo abarca aproximadamente el 7% de la superficie total del país, la costa está densamente poblada: la cuarta parte de los 31 millones de habitantes vive junto al mar. En los últimos decenios, olas gigantes e inundaciones han ido destruyendo la costa y han transformado en islas algunas aldeas de pescadores.
El éxito económico que Ghana ha alcanzado en la última década comporta un costo, en particular para el litoral del país. Alrededor del 80% de sus actividades industriales, especialmente la producción de gas y petróleo, las operaciones portuarias y la generación de energía térmica e hidroeléctrica, se concentran en la costa, a lo que cabría añadir la agricultura costera y la pesca.
Las actividades humanas no reglamentadas han acelerado mucho el problema de la erosión del litoral, un proceso natural continuo mediante el cual las costas se adaptan a las variaciones del nivel del mar, al nivel de energía de las mareas y las corrientes, al aporte sedimentario y a la topografía existente en un periodo de varios siglos.
Sin duda la costa occidental, que se extiende desde el cabo de Trois-Pointes hasta New Town, un pueblo limítrofe con Côte d’Ivoire, ha padecido hasta ahora relativamente poco las consecuencias de la acción de las olas: la presencia de playas de guijarros ha atenuado allí los efectos de la erosión marina. Pero el rápido desarrollo de infraestructuras vinculadas a la producción de gas y petróleo, y el crecimiento demográfico, causado por la afluencia de población que acude a la región en busca de empleo, podrían modificar los ecosistemas costeros.
Entre 2005 y 2017, el 37% de los terrenos costeros desapareció a causa de la erosión y las inundaciones
Un patrimonio amenazado
El fenómeno resulta aún más inquietante porque los efectos de la erosión sobre la costa de Ghana se agravarán con el cambio climático y la subida del nivel del mar. En la actualidad, la costa de Ghana muestra un índice medio de erosión anual de casi dos metros. Pero en algunos lugares más pequeños la erosión ha alcanzado hasta 17 metros en un solo año. Los 150 kilómetros de la costa oriental, que se extiende de Aflao a Prampram, han sido definidos como los más vulnerables, a causa de la influencia de la dinámica del sistema deltaico del Volta, que se caracteriza por olas y corrientes relativamente fuertes.
En 2013, la amenaza creciente de la erosión provocó en parte el traslado de las oficinas y la residencia del presidente de Ghana del Fuerte Christiansborg a Flagstaff House, en Accra. Otros monumentos nacionales, como la plaza de la Independencia y el mausoleo de Kwame Nkrumah en el centro de Accra, y los fuertes y castillos del Volta, Accra y sus alrededores (vestigios de factorías fortificadas construidas entre 1482 y 1786 que están inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO), corren el riesgo de verse anegados por el mar a lo largo del siglo próximo. Algunos sitios del patrimonio cultural, como el Fuerte Kongensten, una fortaleza histórica que los daneses levantaron en Ada en 1783, han sido totalmente barridos por las aguas, mientras que algunas secciones del Fuerte Prinsensten, construido en Keta en 1734, se encuentran sumergidas por la erosión costera.
Algunos sitios del patrimonio cultural, como el Fuerte Kongensten, han sido totalmente barridos por el mar
Varias zonas de Ada y Totope, donde anidaban tortugas marinas en peligro de extinción y servían de hábitat a las aves migratorias, también han sido destruidas. Además, los puntos naturales de atraque que usan los pescadores se están erosionando amenazando los medios de subsistencia tradicionales. El colapso de la pequeña industria de cultivo del coco, que antaño fue próspera, muestra hoy los efectos de la erosión sobre la vegetación del litoral.
Drones para vigilar las costas
Ante las dimensiones del peligro, las autoridades han reaccionado. La política medioambiental del país afirma ahora que el deterioro marino y costero es uno de sus retos fundamentales. Al mismo tiempo, se han levantado estructuras de ingeniería pesada, en particular algunos diques, en puntos estratégicos para estabilizar el litoral. Seis espigones -largos muros de hormigón o de piedra que penetran en el mar- se construyeron en el marco del Proyecto de defensa costera de Keta.
Pero, a largo plazo, estas estructuras podrían agravar la erosión en otros lugares de la costa. Es preciso ir más allá de esas medidas reactivas. Para luchar eficazmente contra la erosión, es menester hacer hincapié en la prevención. La vigilancia de los peligros es esencial para elaborar estrategias y proteger a las comunidades costeras. Los drones, que son baratos y fáciles de operar, podrían utilizarse como sistemas de alerta temprana. Esto permitiría preparar mejor a las poblaciones vulnerables para las tormentas e inundaciones, cada vez más frecuentes en los últimos años.
Al mismo tiempo, es preciso poner en marcha una estrategia de gestión de alcance global. La protección del litoral no debería considerarse únicamente como una línea de defensa; tendría que ir acompañada de medidas para favorecer la adaptación de las actividades humanas y el remozamiento de los ecosistemas costeros. Sin duda será más eficaz estimular la resiliencia de las regiones afectadas por la erosión que luchar contra la naturaleza.
Lecturas complementarias:
Senegal: la amenaza de las olas, El Correo de la UNESCO, noviembre de 2005
Litoral: protección a toda costa, El Correo de la UNESCO, noviembre de 2001
Retos climáticos, desafíos éticos, El Correo de la UNESCO, julio-septiembre de 2019
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