Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres

Editorial

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Menos de un 20% de los océanos ha sido explorado hasta el día de hoy. Es poco. Pero es lo suficiente para que ya se sepa que están amenazados por por el calentamiento climático, la acidificación y la contaminación. El blanqueo de los arrecifes coralinos tan sólo es un ejemplo, entre otros muchos, de la degradación de los ecosistemas marinos. Las consecuencias no son solamente medioambientales. Los medios de subsistencia de unos tres mil millones de habitantes del planeta dependen directamente de la diversidad biológica de los mares y zonas costeras. De aquí a 2050, las zonas costeras que albergan más de 300 millones de personas podrían estar en peligro por la subida del nivel del mar vinculada al cambio climático

El Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030) nos ofrece una ocasión para recordar la magnitud de los problemas que esa situación plantea, y también para compartir entre todos las soluciones innovadoras que se van perfilando para resolverlos. Con las actividades del Decenio también se pretende atraer la atención de la opinión pública sobre el papel decisivo que desempeña la investigación científica en mejorar nuestro conocimiento de los océanos y reforzar su resiliencia. Siempre y cuando los investigadores dispongan de medios suficientes. Ahora bien, según el Informe Mundial sobre las Ciencias Oceánicas, recién publicado por la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO (COI-UNESCO), los Estados sólo dedican en promedio el 1,7% de sus presupuestos de investigación a las ciencias del mar.

Los océanos tienen un papel fundamental en la regulación del clima ya que absorben prácticamente un tercio de las emisiones de dióxido de carbono hacia la atmósfera. Fuentes de vida, son por tanto esenciales para el destino de la humanidad. De ahí que, desde hace mucho tiempo, sean un escenario preferente de la cooperación internacional. Un destacado ejemplo de esto es el Sistema de Alerta contra los Tsunamis y Atenuación de sus Efectos en el Pacífico, creado en 1965 bajo los auspicios de la UNESCO. El éxito de este dispositivo ha hecho que sirva de modelo para la creación de otros sistemas similares en otras regiones del globo. He aquí una buena prueba de cómo la comunidad internacional sabe superar sus diferencias para cooperar en beneficio del interés general. Una razón más para movilizarse a favor de la protección de los océanos. 

Agnès Bardon
UNESCO

 

Lecturas complementarias :

Los océanos en El Correo de la UNESCO, una selección de artículos de los archivos