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Alta tecnología siku

Siku, que en lengua inuktitut significa “hielo marino”, designa actualmente una plataforma web que revoluciona el acceso a los conocimientos antiguos y las investigaciones actuales sobre las comunidades que viven en la región ártica de Canadá. Una historia que comenzó modestamente con algunas instantáneas de patos eider que luchaban por sobrevivir en la banquisa, y que dio lugar en 15 años a un proyecto extraordinario que reúne los conocimientos más antiguos y las tecnologías más modernas.

Por Joel Heath y Lucassie Arragutainaq

Hacía más frío que nunca ese día invernal de 2002, en la región de Qikiqtaaluk, en Nunavut (Canadá). No lejos de la aldea de Sanikiluaq, algunos cazadores inuits provistos de arpones abrían la marcha sobre la fina capa de hielo que acababa de formarse. Un equipo de biólogos seguía literalmente sus huellas, avanzando con cautela. En algunos lugares, subía del agua una bruma helada, que hacía aún más sobrecogedor el paisaje.

En el lado oriental de las islas Belcher, acababa de formarse una placa de hielo, y una manada de patos eider luchaba desesperadamente para impedir que el agua restante se congelara, en cuyo caso ya no podrían sumergirse ni pescar erizos y mejillones, su único alimento.  

El borde de la placa estaba cubierto de cadáveres de patos que habían sido sorprendidos por el hielo. Los guías inuits de la expedición, Simeonie Kavik, Elijah Oquaituk y Lucassie Ippak, se volvieron hacia los investigadores: “Eso es de lo que les hablábamos. A comienzos de los años 1990, uno de nuestros mayores notó que había tantos eideres muertos sobre el hielo como arena en la playa”. En esa época, los cazadores y ancianos de Sanikiluaq habían alertado a las autoridades canadienses, pero el fenómeno escapó a la atención de la comunidad científica.

Uno de los biólogos de la expedición de 2002 había diseñado una cámara submarina que permitía filmar a los eideres cuando se sumergían bajo el hielo. Por entonces, yo estaba realizando un doctorado y pasé los dos inviernos siguientes al borde del hielo marino bajo la dirección de Simeonie y de Elijah, observando y filmando los métodos de supervivencia de los eideres.

Tras siete años de trabajo con casi todas las familias de Sanikiluaq, el proyecto culminó, en 2011, en una película sin precedentes que fue premiada doce veces: People of a Feather, que pone de relieve la relación excepcional de la comunidad con los eideres, así como los desafíos que plantean los cambios medioambientales.

Los inuits de las islas Belcher no solo están interesados en los eideres: su vida depende de ellos. Mientras que la mayoría de las aves, incluidos los eideres, continúan su ruta migratoria hacia el sur, los eideres de la bahía de Hudson pasan el invierno en las islas Belcher. Los habitantes utilizan su piel para confeccionar las parkas tradicionales y su carne para atender a sus necesidades alimentarias, a falta de caribúes en las islas.

Armar el rompecabezas

Tras el estreno de la película, nació en 2011 la Asociación de Eideres del Ártico (SEA por sus siglas en inglés). Cabe señalar que el terreno ya estaba bien preparado, gracias a los programas de investigación realizados por las comunidades con el apoyo del Año Polar Internacional (2007-2008), y a su movilización que se remonta a comienzos de la década de 1990. En esa misma época, la comunidad de Sanikiluaq había puesto en marcha un programa que reunió a 28 colectividades inuits y crees de la bahía de Hudson y de la bahía de James para hacer una síntesis de sus conocimientos sobre los cambios medioambientales. El proyecto culminó en la publicación, en 1997, de Voices from the Bay, que hasta hoy sigue siendo una valiosa fuente de información sobre la región.

Organización benéfica inuit, la SEA tiene como objetivo permitir que las poblaciones locales se hagan cargo de la investigación, la educación y la gestión de su entorno. Los primeros programas estuvieron destinados a evaluar los cambios en la oceanografía y el hielo marino, capacitar a los cazadores y a los jóvenes en el uso de perfiladores de medición de la salinidad y la temperatura, instalar estaciones de vigilancia de la banquisa y realizar muestreos del hielo y el agua.

Se creó luego la Red de investigación comunitaria de la SEA. Esta Red abarca a Sanikiluaq (Nunavut), Inukjuak, Umiujaq, Kuujjuaraapik (región de Nunavik en Quebec) y a Chisasibi (comunidad cree de la región marina quebequesa de Eeyou). Cada una de estas comunidades vecinas poseía una pieza diferente del rompecabezas. Reunidas, podían proporcionar finalmente una visión global de la evolución de la región.

Gracias a los conocimientos técnicos de la Universidad de Manitoba, de la Universidad Carleton y de ArcticNet, así como a la financiación proveniente del Plan general de vigilancia del Nunavut (NGMP), del Consejo de gestión de los recursos naturales de la región marina del Nunavik (NMRWB) y de la Nación Cree de Chisasibi, la Red pudo formar asociaciones, entre otras con el Programa de lucha contra los contaminantes en el Norte. También extendió sus programas a nuevas regiones gracias a la financiación de Polar Knowledge Canada.

Nuevas prioridades

En la medida en que la capacitación ayudaba, las comunidades definieron tres nuevas prioridades: aumentar el compromiso de los jóvenes, abordar los desafíos jurisdiccionales locales y divulgar los resultados coordinándose casi en tiempo real.

Para implicar a los jóvenes, la Red elaboró con la Comisión escolar de Nunavik (Kativik Ilisarniliriniq), un enfoque educativo holístico orientado a los inuits. El resultado es un “Compendio educativo sobre los hielos marinos del Ártico”, con herramientas multimedios interactivas, que permite que los escolares accedan a los resultados de los programas de la Red, se asocien con cazadores y participen directamente en la investigación local.

En cuanto a la segunda prioridad, a comienzos de 2018, la primera Cumbre de la bahía de Hudson reunió a 27 comunidades inuits y crees de la bahía de James y la bahía de Hudson, así como a los representantes de 97 organizaciones, a fin de formar el Consorcio de la bahía de Hudson, ámbito de colaboración y de gestión coordinada de una región jurídicamente compleja.

Por último, para divulgar los datos en tiempo real, las cinco comunidades de la Red decidieron crear una plataforma web, para lo cual bastó con un simple mapa básico acompañado de un cronograma, y perfiles que permiten que los investigadores comunitarios ingresen en línea sus resultados sobre la salinidad, el muestreo de los núcleos de hielo y la vigilancia de los contaminantes.

De gran utilidad para la gestión de los datos compartida entre un elevado número de colaboradores, el prototipo de plataforma, denominado IK-MAP en 2014, permite también que cada comunidad acceda en cualquier momento a sus propios datos y los compare con los de las demás, en el conjunto global. En el pasado, ocurría muy a menudo que los resultados de programas de investigación comunitarios terminaran guardados indefinidamente en el archivo de una universidad del Sur.

En la actualidad, toda la información es accesible a todos, incluidos los jóvenes inuits apasionados por la informática. Se agregaron nuevas funciones, tales como el etiquetado de los artículos y de las fotos geolocalizadas, que permite identificar a sus autores y mostrar información sobre la fauna silvestre, así como medidas, comentarios y observaciones de todo tipo.

Google Street View sobre la banquisa ártica

En 2015, la SEA se asoció con Google Earth Outreach para elaborar a través de Google Street View la primera cartografía del hielo marino, que abarca no solo la comunidad de Sanikiluaq, sino también las polinias y el límite de los témpanos en invierno, lo que ofrece a los internautas tanto del Norte como del Sur la posibilidad de explorar la banquisa ártica a través de nuevos medios tecnológicos.

La etapa siguiente fue la creación, por los inuits y para ellos, de una red de medios sociales y de una plataforma cartográfica. Tan pronto como fue creada, SIKU: the Indigenous Knowledge Wiki and Social Mapping Platform (wiki de los conocimientos indígenas y plataforma de cartografía social) ganó en Canadá el premio de Google.org Impact Challenge 2017, que le permitió desarrollarse. Siku, el nombre inuktitut del hielo marino, simboliza tanto el espacio de conectividad como los cambios acaecidos en el Norte.   

Aún en modo beta, esta plataforma reúne una amplia gama de herramientas y servicios claves para los inuits: información meteorológica local, cuadro de mareas, imágenes de hielos marinos recibidas por satélite casi en tiempo real… Su presentación oficial está prevista para finales de 2019. Una aplicación móvil deberá ampliar el alcance del sitio web.

Una nueva era

Desde luego, la aplicación móvil no reemplaza al arpón cuando se trata de comprobar el hielo o de aprender a través de la experiencia de los mayores. Pero combinando lo mejor de los últimos métodos científicos con los conocimientos tradicionales, es posible ahora monitorear las condiciones de hielo peligrosas, utilizando la terminología inuktitut, que esperamos que algún día esté integrada al proceso de aprendizaje automático (inteligencia artificial), a fin de que las comunidades indígenas puedan acceder a distancia ‒en tiempo real y en su propia lengua‒ a la información pertinente.

Asociaciones y comunidades pueden así compartir noticias, informes y blogs. Los jóvenes pueden impregnarse de la cultura local mediante la divulgación de relatos de caza y de la toponimia tradicional. Observaciones que otrora fueron consideradas anecdóticas y de las cuales los científicos hicieron caso omiso pueden ser sistemáticamente documentadas y cuantificadas. La política de gestión y de protección adoptada confiere a las poblaciones locales el pleno control de sus datos, su propiedad intelectual y las modalidades de divulgación de la información.  

El proyecto que comenzó hace unos 15 años con algunas instantáneas de patos sobre la banquisa vuela ahora con sus propias alas, mucho más allá de la ecología invernal de los eideres de la bahía de Hudson.

Imagen: Arctic Eider Society

Joel Heath y Lucassie Arragutainaq

Científico y reconocido director de cine canadiense, Joel Heath (Canadá) pasó 20 años en el Ártico con las comunidades inuits, amalgamando sus competencias en materia de ecología, dinámica de los hielos marinos y biología matemática con los conocimientos inuits. Es el director ejecutivo y cofundador de la SEA, una organización benéfica inuit con sede en Sanikiluaq, Nunavut.

Cofundador y miembro del Consejo de la Asociación de Eideres del Ártico (SEA), Lucassie Arragutainaq (Canadá) es el director de la Asociación de cazadores y tramperos de Sanikiluaq. Coautor de Voices from the Bay (1997), Arragutainaq ha impulsado de numerosas iniciativas de movilización de los conocimientos indígenas.

2019: Año Internacional de las Lenguas Indígenas
Enero-Marzo 2019
UNESCO
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